Mi primer contacto con una substancia adictiva ocurrió cuando tenía once años de edad. Comencé ingiriendo alcohol y tras probar la marihuana, un año después, empecé a abusar de su consumo. Ese fue el inicio de mi adicción a varias drogas, como la cocaina, pastillas psicotropicas, inhalantes, resistol, pcp y gotas, entre otras, tornándome en un poli-adicto.
Viví días en las calles, ajeno a mi realidad, y podían pasar semanas sin que yo me diera cuenta, pues mi atención estaba dirigida hacia las drogas. Para solventar mi estilo de vida, me dediqué a robar coches, lo cual me llevó incluso a ser encarcelado. Mi condición empeoraba día a día y no pasó mucho tiempo antes de que mi salud se viera severamente afectada.
Seis años después de haber comenzado a consumir drogas, pasé de inhalar cocaina a fumarla (en forma de cocaina-base), debido a una hemorragia en las fosas nasales. A los veinte años sufrí de una sobredosis que me provocó un infarto miocardio, por lo que pasé ocho días en terapia intensiva a punto de morir. Desgraciadamente, esto no fue suficiente para hacerme reaccionar y seguí ingiriendo drogas.
Pronto comencé a sufrir pérdida de la memoria y alucinaciones, las cuales llegaban a repetirse. Recuerdo que una de ellas era la de un hombre que se presentaba en mi casa con un arma y amenazaba con matarme. Compré un arma para defenderme y llegué a dormir bajo mi cama a causa del miedo.
Con el paso del tiempo, mi adicción se convirtió en una prioridad y mi vida social se vio tan afectada como mi salud. Cambié a las personas que me rodeaban por delincuentes, adictos y vendedores de drogas, descuidando a mis amigos, a mi esposa y a mi hijo, quienes eran incapaces de entenderme y me acusaron de estar loco. A causa de ello, comencé a tener pensamientos suicidas e incluso jugué a la ruleta rusa, tirando dos veces del gatillo sin que el arma disparara. Mis acciones me costaron finalmente la familia, el trabajo y la salud entre otros.
Un día, al devolver algunas cosas al trabajo, pensando que ya lo había perdido todo, me esperaba una persona de la Clínica Nuevo SER, quien me explicó que existe una forma de vida libre de drogas y de sufrimiento y me tendió una mano para ayudarme a salir a la superficie después de haberme encontrado en el fondo por tanto tiempo. Ahí tomé la decisión de luchar por recuperar lo que una vez había poseído.
Irónicamente, habiendo ya empezado el proceso de recuperación, sufrí otra gran pérdida. El día de mi traslado al tratamiento secundario, mi madre falleció. Fue este suceso el que me hizo comprometerme conmigo mismo para salir adelante. En los cinco meses y medio que pasé en esa fase del tratamiento, me di la oportunidad de integrarme a la sociedad, a la familia, al trabajo y a un círculo de amigos sanos, en donde yo era consciente y responsable de mis actos.
Después de quince años limpio, mi vida ha retomado el camino hacia experiencias positivas como lo son una mayor productividad en el trabajo, el desarrollo de mi espiritualidad y seguir acudiendo a las juntas de Alcoholicos Anonimos y Narcoticos Anonimos. Es gracias al programa que me he mantenido fuera de ser la persona que era antes y me he dado la oportunidad de crecer como ser humano. Estoy completamente convencido de que no volveré a consumir substancias adictivas, pues es ahora que vivo intensamente y disfruto de una vida digna llena de felicidad.
La Clínica Nuevo SER, AA y NA han sido los medios más importantes en mi rehabilitación y los que me ayudaron a dar el paso más difícil que he dado en mi vida; reconocer mi adicción y entrar en el proceso de recuperación.
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