Al menos por lo que resta de la Liguilla, es la última vez que hablaré de futbol, pues los equipos locales quedaron eliminados desafortunadamente.
Sin nada que distraiga nuestra atención, habrá que preocuparse de nuevo por la violencia que impera en nuestras calles.
Pero antes de pensar en la delincuencia organizada y sus consecuencias, habría que mencionar la imprudencia de los conductores regiomontanos, que circulan a exceso de velocidad y muchos de ellos bajo el influjo del alcohol.
La estadística no miente, la cantidad de personas que mueren a consecuencia de la ingesta de bebidas embriagantes es mayor, o al menos similar, a la de quienes pierden la vida en enfrentamientos a balazos.
Así pues, tan preocupante es el número de personas que fallecen por armas de fuego, como las que pierden la vida en accidentes automovilísticos.
En los últimos meses, y con el pretexto de lo que está sucediendo, los municipios distraen su atención en temas tan importantes como el alcoholismo y sus repercusiones en la sociedad.
Las autoridades federales deberán seguir apoyando al estado y sus municipios en contra de los traficantes de droga, para impedir que sigan envenenando a nuestros jóvenes. De manera paralela, las autoridades municipales tendrán que trabajar con cursos y medidas coercitivas o preventivas para que los conductores respeten los reglamentos a fin de evitar que el alcohol supere a las balas en cuanto al número de víctimas.
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