Sábado, 14 mayo 2011 00:00
planbella
J aime Hill es un adicto a las drogas que ya no las consume, pero que trabaja –y lo ha hecho durante años– en el tratamiento de otros adictos y en la prevención. A la pregunta desde qué momento pueden los padres comenzar a prevenir la drogadicción de sus hijos, él responde: “Desde el vientre materno”.
Lo más importante es la prevención de cualquier problema en los hijos, y eso incluye el uso de las drogas, es el amor y la comunicación, dice el experto. Y tal cosa, desde luego, comienza a cultivarse desde que el niño está formándose en el vientre de su madre. Luego, en su infancia, el reforzamiento de una autoestima saludable es el arma más poderosa ante cualquier amenaza externa. El niño debe crecer sintiéndose seguro porque sus padres están ahí para él siempre, asegura Hill.
Hay que preguntarle a los hijos cómo están, saber siempre quiénes son sus amigos y estar abiertos a hablar con ellos de cualquier tema, incluso cuando preguntan qué son las drogas.
Otra cosa que Hill recomienda es educar a los niños para que sean pacíficos y con suficiente seguridad en sí mismos como para rechazar las tentaciones y la presión de grupo. Y más allá de eso, en lugar de que cedan a la influencia social, “hay que procurar que los hijos se conviertan en líderes para que quienes les rodean tampoco se hagan consumidores de drogas”, agrega.
No obstante, un aspecto importante, además de la prevención, es que los padres estén preparados por si su hijo llega a consumir drogas. Esto implica que todas las personas se mantengan informadas sobre este problema, de modo que sepan reconocerlo cuando aparece y sean capaces de intervenir oportunamente.
Jaime Hill dice que lo primero es asumir que las drogas están allí afuera y que es muy probable que alguna vez alguien le ofrezca al niño o adolescente probar una línea de cocaína, dar un jalón de marihuana o tomar una pastillita que promete hacerle pasar un buen rato.
Los padres deben estar atentos a señales que suelen haber si ocurre el consumo de drogas, aunque pueden variar en cada caso. Por ejemplo, en la adolescencia es común que los hijos se aislen un poco, pero se debe poner atención si este aislamiento se acompaña de cambios de conducta: antes no decía malas palabras y ahora sí, no quiere estudiar ni hacer nada en la casa, bajan sus calificaciones, aparece varias veces con las pupilas dilatadas o los ojos rojos (consumo de marihuana), era un niño muy “platicón” y ahora es muy callado, o al contrario, normalmente es callado pero de pronto resulta inquieto y muy conversador.
Asimismo, los padres están obligados a conocer las amistades de sus hijos y tener contacto con los padres de estas. Eso ayudará a observar cualquier cambio de amigos o de hábitos en el muchacho.
¿Qué hacer si se sospecha que el hijo consume drogas? Jaime Hill señala que lo primero es confirmarlo y eso se puede hacer ya sea tomando pruebas de laboratorio, si el niño es descubierto consumiendo, o bien se encuentran drogas en su cuarto. De cualquier forma, si los padres tienen señales que fundamentan su sospecha, es mejor salir de dudas.
En el proceso de “investigación”, Hill aconseja hablar con el muchacho, acercarse a sus amigos y maestros y redescubrir todos sus hábitos para confirmar las sospechas.
Se puede encontrar asesoría en profesionales de salud mental o en organizaciones que trabajan en el tema de adicciones, tales como Alcohólicos Anónimos, FUNDASALVA, Hogares CREA, Narcóticos Anónimos y otras que brindan sus servicios en diferentes partes del país. Lo importante en esto es no dejar crecer el problema. Un experto en adicciones es capaz de confirmar si existe o no la adicción y cómo enfrentar la situación en familia.
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