Son mayoritariamente jóvenes de entre 15 y 25 años de edad, que “ni estudian ni trabajan” y por ello son denominados vulgarmente como los “jóvenes ni-ni”, sin educación ni experiencia laboral. En nuestro país ya son casi 1 millón de personas y resultan altamente propensos al alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia, muchas veces hasta criminal. No podemos conformarnos a convivir con esta triste circunstancia. Tiene solución.
En muchos países de Latinoamérica, asistentes sociales de organizaciones públicas y privadas, los registran, muchas veces con suma tolerancia a la agresividad propia de su situación de desamparo e indigencia. Se los aloja en sencillas pero limpias residencias, donde acceden a elementales condiciones de higiene personal y alimentación básica. Si resultase necesaria la recuperación de adicciones, se los deriva a instituciones públicas o privadas especializadas.
Pero, no alcanza solamente con rescatarlos de la indigencia, sino también de prepararlos para su reinserción social y económica a la comunidad. Para ello se les otorga a los jóvenes, no a sus padres, una mensualidad –por medio de una tarjeta bancaria- para sus gastos extras a los de alojamiento, alimentación e higiene, bajo la contraprestación de la obligación a la asistencia a escuelas vocacionales de solo 2 o 3 años de duración de estudios.
Escuelas estas, donde se aprenden oficios con demandas prácticamente aseguradas actualmente tales como mecánica de motocicletas y automotores, electricidad de hogares, albañilería, etc. Que, junto a la práctica simultánea de diversos deportes rescatan a estas personas, que aún disponen de toda una vida productiva por delante. El problema tiene una concreta solución de genuina inclusión social, sin marketing político partidario.
Por el Ing. Castor Lopez, Diputado Provincial y Presidente de PRO en Santiago del Estero.
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