Una investigación realizada por la Baylor University de Estados
Unidos vuelve a poner en alerta sobre el peligro que el consumo del
alcohol entraña para los adolescentes. En este caso, los resultados del
estudio son muy preocupantes porque demuestran que el consumo de alcohol
en dosis moderadas por parte de personas de entre 12 y 20 años implica
efectos nocivos perdurables: daños en el cerebro y en el hígado, y
también una tolerancia mayor al alcohol en la edad adulta. La razón
principal: el cerebro del adolescente está aún en desarrollo, por lo que
una dosis mínima puede dejar en él una huella casi imborrable. Por
Yaiza Martínez.
Un estudio realizado por la Baylor University
de Estados Unidos ha demostrado que el consumo de alcohol durante la
adolescencia propicia una mayor tolerancia al alcohol en la edad adulta.
Por otro lado, los resultados de dicho estudio, basado en ratones y
de varios años de duración, demostraron que el alcohol altera tanto el
cerebro como las funciones del hígado de los jóvenes a largo plazo.
Estos efectos del alcohol en adolescentes no son fruto de un
consumo exacerbado, advierten los expertos: el consumo de dosis
moderadas de alcohol en edades comprendidas entre los 12 y los 20 años
también ocasionan síntomas perjudiciales más adelante en la vida.
Según un comunicado de la Baylor University, los científicos, dirigidos por el profesor de psicología de dicha universidad, Doug Matthews,
descubrieron que la ingesta de alcohol a una edad temprana, incluso en
pequeñas dosis, ocasionaría alteraciones no sólo en el comportamiento de
los adolescentes, sino también a un nivel más profundo.
Matthews declaró que “muchas personas miden su consumo de alcohol
en función de los cambios que perciben en su propio comportamiento”.
Pero, al parecer, estos cambios del comportamiento serían lo de
menos, porque se ha demostrado que lo esencial es que se generan cambios
en las funciones del cerebro y del hígado, que a su vez producirán una
perdurable y mayor tolerancia al alcohol.
Tal y como explican los investigadores en un artículo
publicado por la revista especializada Alcohol, esta enorme influencia
del alcohol en los jóvenes se debe a que la adolescencia es un periodo
en el que se producen importantes transformaciones neurofisiológicas.
Se sabe que los adolescentes, en este periodo y en comparación con
los adultos, desarrollan una menor sensibilidad a los efectos del
etanol, por lo que pueden perder las claves que ayudan a inhibir el
consumo. Si la costumbre de beber sin control es adquirida en esta fase
de la vida, se puede ver afectado incluso el proceso normal de
desarrollo de los jóvenes, aseguran los científicos.
Estudio con ratas
Ésta sería una de las primeras investigaciones que relaciona las
consecuencias de una tolerancia de larga duración al alcohol, con el
inicio del consumo en edades tempranas.
Según Matthews, sus resultados no dejan lugar a dudas: “el cuerpo y
el cerebro se están aún desarrollando durante la adolescencia…” y, por
eso, “incluso una pequeña cantidad de alcohol puede tener efectos
nocivos”.
Los investigadores diseñaron un experimento para evaluar los
efectos de una exposición crónica e intermitente al etanol (CIEE) en
dosis bajas y moderadas en ratas adolescentes.
Durante 20 días, a las ratas del experimento se les inyectaron
cada 48 horas dosis de alcohol, empezando el día siguiente de su
nacimiento. Posteriormente, los animales vivieron en abstinencia del
alcohol durante varios años, antes de que se les reintrodujeran nuevas
dosis de etanol, en este caso elevadas.
Así, se constató que las dosis bajas empleadas durante la
adolescencia de los animales habían aumentado sustancialmente su
tolerancia al alcohol años después. Matthews señaló que “lo que se ha
demostrado es que el cerebro y el hígado cambian…” -como consecuencia
del consumo de alcohol en edades tempranas-.
Y aunque, afirma el científico, “aún no sabemos si estos cambios
son totalmente permanentes, lo que queda claro es que esta tolerancia,
en general, no es nada bueno”.
Facilidad de adicción
Esta investigación se viene a sumar a otras anteriores que han
advertido del riesgo de consumo del alcohol en edades en que el
organismo aún se está formando.
En concreto, investigaciones anteriores señalan que el alcohol
puede provocar más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de
lo que se solía creer, lesiones significativamente mayores que las que
pueda sufrir el cerebro de los adultos por el mismo consumo de alcohol.
Para aumentar los peligros, el cerebro de los adolescentes es más
proclive a las adicciones porque las regiones cerebrales que gobiernan
los impulsos no están totalmente formadas a estas edades, tal y como
demostraron científicos de la Universidad de Yale a raíz de una investigación de 2003.
Por todo ello, y por las evidencias cotidianas, no extrañan los datos del estudio “Los jóvenes ante el alcohol”, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)
de España en 2007. En él se señala que el 93,7% de los españoles cree
que el consumo de alcohol entre los menores es un problema en nuestro
país.
de Estados Unidos ha demostrado que el consumo de alcohol durante la
adolescencia propicia una mayor tolerancia al alcohol en la edad adulta.
Por otro lado, los resultados de dicho estudio, basado en ratones y
de varios años de duración, demostraron que el alcohol altera tanto el
cerebro como las funciones del hígado de los jóvenes a largo plazo.
Estos efectos del alcohol en adolescentes no son fruto de un
consumo exacerbado, advierten los expertos: el consumo de dosis
moderadas de alcohol en edades comprendidas entre los 12 y los 20 años
también ocasionan síntomas perjudiciales más adelante en la vida.
Según un comunicado de la Baylor University, los científicos, dirigidos por el profesor de psicología de dicha universidad, Doug Matthews,
descubrieron que la ingesta de alcohol a una edad temprana, incluso en
pequeñas dosis, ocasionaría alteraciones no sólo en el comportamiento de
los adolescentes, sino también a un nivel más profundo.
Matthews declaró que “muchas personas miden su consumo de alcohol
en función de los cambios que perciben en su propio comportamiento”.
Pero, al parecer, estos cambios del comportamiento serían lo de
menos, porque se ha demostrado que lo esencial es que se generan cambios
en las funciones del cerebro y del hígado, que a su vez producirán una
perdurable y mayor tolerancia al alcohol.
Tal y como explican los investigadores en un artículo
publicado por la revista especializada Alcohol, esta enorme influencia
del alcohol en los jóvenes se debe a que la adolescencia es un periodo
en el que se producen importantes transformaciones neurofisiológicas.
Se sabe que los adolescentes, en este periodo y en comparación con
los adultos, desarrollan una menor sensibilidad a los efectos del
etanol, por lo que pueden perder las claves que ayudan a inhibir el
consumo. Si la costumbre de beber sin control es adquirida en esta fase
de la vida, se puede ver afectado incluso el proceso normal de
desarrollo de los jóvenes, aseguran los científicos.
Estudio con ratas
Ésta sería una de las primeras investigaciones que relaciona las
consecuencias de una tolerancia de larga duración al alcohol, con el
inicio del consumo en edades tempranas.
Según Matthews, sus resultados no dejan lugar a dudas: “el cuerpo y
el cerebro se están aún desarrollando durante la adolescencia…” y, por
eso, “incluso una pequeña cantidad de alcohol puede tener efectos
nocivos”.
Los investigadores diseñaron un experimento para evaluar los
efectos de una exposición crónica e intermitente al etanol (CIEE) en
dosis bajas y moderadas en ratas adolescentes.
Durante 20 días, a las ratas del experimento se les inyectaron
cada 48 horas dosis de alcohol, empezando el día siguiente de su
nacimiento. Posteriormente, los animales vivieron en abstinencia del
alcohol durante varios años, antes de que se les reintrodujeran nuevas
dosis de etanol, en este caso elevadas.
Así, se constató que las dosis bajas empleadas durante la
adolescencia de los animales habían aumentado sustancialmente su
tolerancia al alcohol años después. Matthews señaló que “lo que se ha
demostrado es que el cerebro y el hígado cambian…” -como consecuencia
del consumo de alcohol en edades tempranas-.
Y aunque, afirma el científico, “aún no sabemos si estos cambios
son totalmente permanentes, lo que queda claro es que esta tolerancia,
en general, no es nada bueno”.
Facilidad de adicción
Esta investigación se viene a sumar a otras anteriores que han
advertido del riesgo de consumo del alcohol en edades en que el
organismo aún se está formando.
En concreto, investigaciones anteriores señalan que el alcohol
puede provocar más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de
lo que se solía creer, lesiones significativamente mayores que las que
pueda sufrir el cerebro de los adultos por el mismo consumo de alcohol.
Para aumentar los peligros, el cerebro de los adolescentes es más
proclive a las adicciones porque las regiones cerebrales que gobiernan
los impulsos no están totalmente formadas a estas edades, tal y como
demostraron científicos de la Universidad de Yale a raíz de una investigación de 2003.
Por todo ello, y por las evidencias cotidianas, no extrañan los datos del estudio “Los jóvenes ante el alcohol”, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)
de España en 2007. En él se señala que el 93,7% de los españoles cree
que el consumo de alcohol entre los menores es un problema en nuestro
país.
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