sábado, 14 de mayo de 2011

El alcohol daña el cerebro adolescente

Los adolescentes han bebido alcohol durante siglos, pero el que hasta
ahora había sido un debate social y moral podría no tardar en centrarse
en la neurobiología. Los costes de un consumo elevado a una edad
temprana parecen ir mucho más allá del tiempo que roba el alcohol a los
deberes, el riesgo de peleas o accidentes y las dificultades que añade
al crecimiento. Cada vez más investigaciones indican que el alcohol
provoca más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de lo que
se solía creer, y les causa unas lesiones significativamente mayores
que al cerebro de los adultos.

Aunque son preliminares, los hallazgos han echado por tierra la
suposición de que la gente puede beber mucho durante años sin sufrir
lesiones neurológicas significativas. Y la investigación incluso apunta a
que un gran consumo de alcohol a una edad temprana podría socavar
precisamente las capacidades neurológicas necesarias para protegerse del
alcoholismo.

Los nuevos descubrimientos pueden ayudar a explicar
por qué las personas que empiezan a beber a una edad temprana corren un
enorme riesgo de convertirse en alcohólicas. Según los resultados de un
sondeo realizado en Estados Unidos entre 43.093 adultos y publicado el 3
de julio en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, un
47% de las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 14 años
desarrollan una dependencia en algún momento de su vida, en comparación
con un 9% de aquellos que esperan como mínimo hasta los 21 años. La
correlación se mantiene incluso cuando se tienen en cuenta los riesgos
genéticos de alcoholismo.

La prueba más alarmante de daño físico
proviene de experimentos de laboratorio con cerebros de ratas
adolescentes sometidos a grandes cantidades de alcohol. Esos estudios
observaron importantes daños celulares en el cerebro anterior y el
hipocampo. Y, aunque no está claro hasta qué punto pueden aplicarse
directamente esos hallazgos al ser humano, existen ciertas pruebas que
indican que los alcohólicos jóvenes pueden sufrir déficit análogos. Por
ejemplo, los estudios realizados durante los últimos ocho años por
investigadores de San Diego descubrieron que los adolescentes
alcohólicos obtienen malos resultados en pruebas de memoria verbal y no
verbal, concentración y ejercicio de las habilidades espaciales, como
las necesarias para leer un mapa o montar una estantería.

"Ahora
no cabe duda de ello: el consumo excesivo de alcohol en la adolescencia
entraña consecuencias cognitivas a largo plazo", afirma Aaron White,
catedrático adjunto de investigación del departamento psiquiátrico de la
Universidad de Duke y coautor de un estudio reciente sobre consumo
extremo de alcohol en campus universitarios. "Evidentemente, hace cinco o
10 años no sabíamos que el alcohol afectaba al cerebro adolescente de
forma distinta", señala White, que también ha participado en la
investigación de Duke sobre los efectos del alcohol en ratas
adolescentes. "Ahora existe una sensación de urgencia. La situación es
la misma que cuando todo el mundo se dio cuenta de lo malo que era que
las mujeres embarazadas tomaran alcohol".

Una de las dos zonas
cerebrales que se sabe que se ven afectadas es el hipocampo, una
estructura crucial para el aprendizaje y la memoria. En 1995, el grupo
del neuropsicólogo Scott Swartzwelder del Duke y el Veterans Affairs
Medical Center de Durham, al que pertenece White, observó que las ratas
que se encontraban bajo los efectos del alcohol tenían muchos más
problemas que las ratas adultas achispadas cuando se les pedía
repetidamente que localizaran una plataforma sumergida en una bañera de
agua turbia y que nadaran hasta ella.

Swartzwelder afirma que es
probable que en adolescentes humanos unos mecanismos neuronales análogos
expliquen las lipotimias, una pérdida de memoria para los
acontecimientos que se producen durante una noche de gran consumo de
alcohol sin pérdida del conocimiento.

Toren Volkmann, de 26 años,
es un estudiante de la Universidad de San Diego que a los 14 años empezó
a beber copiosamente casi todos los fines de semana, y a los 24 años
ingresó voluntariamente en una clínica para someterse a un programa de
tratamiento del alcohol. "Para mí era algo habitual padecer una
lipotimia al menos una o dos veces cada fin de semana cuando estaba
terminando el instituto, y por supuesto en la universidad; no le daba
ninguna importancia", dice Volkmann, coautor, junto con su madre, Chris,
de From binge to blackout [De la borrachera a la lipotimia]

. Otras
investigaciones han descubierto que, aunque las ratas adolescentes
alcohólicas se vuelven más sensibles a la discapacidad de la memoria,
sus células del hipocampo responden menos que las de los ejemplares
adultos al neurotransmisor ácido gamma-amino-butírico (GABA, siglas en
inglés), que ayuda a inducir tranquilidad y somnolencia. Este mecanismo
celular puede ayudar a explicar la observación que realizaba Jack London
en John Barleycorn: las memorias alcohólicas de que cuando era
un adolescente podía seguir bebiendo mucho tiempo después de que sus
compañeros adultos se hubieran quedado dormidos.

"Sin duda, algo
cambia en el cerebro cuando está expuesto al alcohol de forma temprana",
dice Swartzwelder en una entrevista. "Es un arma de doble filo y ambos
filos son malos. Los adolescentes pueden beber mucho más que los adultos
antes de estar lo bastante dormidos como para dejarlo, pero por el
camino están perjudicando sus funciones cognitivas con mucha más
intensidad".

En 1998, Sandra Brown y Susan Tapert, psicólogas
clínicas de la Universidad de California, San Diego, descubrieron que
los jóvenes de 15 a 16 años que dijeron haberse emborrachado como mínimo
en 100 ocasiones obtuvieron unos resultados significativamente peores
que sus compañeros abstemios en pruebas de memoria verbal y no verbal.
Los adolescentes, que estuvieron sobrios durante las pruebas, se habían
emborrachado un promedio de 750 veces a lo largo de sus cortas vidas.
"El consumo elevado de alcohol durante la adolescencia está asociado con
unos déficit cognitivos que empeoran si dicho consumo prosigue hasta la
adolescencia tardía y los primeros estadios de la vida adulta", afirma
Tapert.

Dos estudios con resonancia magnética, uno de ellos
realizado por Tapert, han descubierto que los adolescentes que consumen
mucho alcohol presentan un hipocampo significativamente menor que el de
sus homólogos sobrios. Pero, según los investigadores, también es
posible que quienes consumen mucho alcohol tuvieran un hipocampo más
pequeño incluso antes de empezar a beber. Los adolescentes que consumen
mucho alcohol también podrían utilizar el cerebro de forma distinta para
compensar sutiles lesiones neurológicas, dice Tapert. Un estudio
publicado en 2004 que utilizó resonancias magnéticas funcionales,
observó que los adolescentes que abusan del alcohol y que se sometieron a
una prueba espacial mostraron una mayor activación de las regiones
parietales del cerebro, hacia la zona anterior del cráneo, que los
adolescentes abstemios.El alcohol daña el cerebro de los adolescentes

Tapert plantea la hipótesis de que cuando
los bebedores son más jóvenes, el cerebro ha sido capaz de reclutar a
zonas más amplias para esa tarea. "Éste es un cálculo bastante fiable de
los primeros estadios de un trastorno neuronal sutil, y es probable que
se pueda rectificar si la persona deja de beber", señala.

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