viernes, 27 de mayo de 2011

Abuso Emocional


El abuso emocional consiste en un proceso constante en el que las ideas, sentimientos, características de personalidad y percepciones de una persona son rebajados y despreciados hasta que llega un momento en que la víctima empieza a ver estos aspectos de sí misma como gravemente dañados o incluso ausentes. Es decir, se produce una destrucción del sentido del yo, de la identidad personal.

Muchas parejas intercambian a veces comentarios hirientes o despreciativos durante una discusión. Sin embargo, el abuso emocional es mucho más que eso. Es algo que se da de manera continuada con el objetivo de despreciar y controlar a la víctima.

En el abuso físico también se produce un abuso emocional, pues los golpes implican una humillación y rebajan a la persona y suelen ir acompañados de insultos u otro tipo de abuso emocional. Los efectos del abuso emocional son mucho más destructivos que el abuso físico y el principal responsable de los trastornos psicológicos que se producen durante el abuso físico.

El abuso físico puede ocurrir sin abuso emocional. Aunque a menudo el maltratador comienza con maltrato psicológico y acaba con maltrato físico, no siempre es así necesariamente y a veces nunca dan el paso al maltrato físico, pero continúan con el abuso emocional durante años.

A menudo se da un patrón cíclico, sobre todo cuando el abuso emocional va acompañado de agresión física: la tensión comienza a intensificarse hasta que se produce un estallido de violencia, que suele ir seguido de un periodo de calma caracterizado por el arrepentimiento del maltratador, que adopta un actitud más cariñosa, hasta que la tensión vuelve a empezar a aumentar hasta producirse un nuevo estallido y así sucesivamente.

El abuso emocional puede ser de dos tipos: abierto y encubierto

1. Abuso emocional abierto

Conductas que suponen abuso emocional abierto:

Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar, ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.Arrojar objetos (no necesariamente a la víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.Retirar el afecto e ignorar a  la pareja o amenazarla con romper la relación.Impedir que vea a sus familiares y amigos, de manera que queda aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador.Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que hace y con quién está.Restringir recursos: impedirle hacer llamadas telefónicas, impedirle el acceso al dinero familiar, tarjetas de crédito, etc. Interferir en las oportunidades de trabajo, educación, cuidados médicos.Obligarla a tomar parte en actividades delictivas.Amenazas de muerte o amenazas de agresión física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos.

2. Abuso encubierto.

Es un patrón sutil mediante el cual el abusador desprecia y rebaja las acciones, pensamientos y emociones de la víctima. Por ejemplo, tal vez no te diga que no le gusta cómo te has vestido, pero te mira de arriba abajo con desaprobación, transmitiendo sin palabras un mensaje que dice: “No eres ni capaz de vestir de forma apropiada”. Si expresas algún temor, en vez de apoyarte y ayudarte a superarlo, te mira con condescendencia dando a entender que eres débil y cobarde. Si dices que te gusta la tranquilidad del campo, hace una mueca y deja caer algún comentario despreciativo, como: “Bueno, es para gente simple”. Si dices que sientes lástima de un amigo que ha perdido su negocio, te responde algo como: “Sabes que eso no es cierto, estás demasiado centrada en ti misma como para sentir pena de verdad por alguien”. De este modo casi cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima es considerado inadecuado o negado de un modo indirecto.

Si este proceso de abuso se repite de forma continuada, llega un momento en que empiezas a dudar de tu propia competencia, de tus ideas, de tus gustos, y hasta de tus emociones y sentimientos. Si además, como suele ser habitual en estos casos, tu pareja te ha ido aislando poco a poco de tus familiares y amigos, no tienes a nadie que desmienta sus palabras. Esto es lo que se llama una erosión o destrucción del sentido del yo o identidad personal. Al dudar de tus ideas, creencias, emociones, valores, metas, etc. y al empezar a pensar que pueden ser inadecuados y erróneos, comienzas también a dudar de ti misma y tu sentido de identidad empieza a estar poco claro. No tienes claro quién eres, qué sientes o qué deseas. Aparece una sensación de vacío interior, de soledad y tristeza. Algunas víctimas de abuso emocional tienen la sensación de que están desapareciendo, como si se desvanecieran poco a poco y empezaran a dejar de existir. La depresión y la baja autoestima son frecuentes.

“Después de que mi marido me haya llamado “completamente inútil” y “aburrida” y me haya ignorado durante varios días, empiezo a sentirme muy pequeña y poco importante. A veces no recuerdo quién soy. Me he perdido en alguna parte. ¿Cómo soy yo de verdad? ¿Quién es la persona agradable que una vez creí ser?” (Loring, 1994)

Muchas de estas personas no son conscientes de que son víctimas de abuso emocional

Tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus propios errores o inadecuación. En un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) se vio que sólo el 29 % de las mujeres víctimas de abuso emocional reconocían serlo. Hay que tener en cuenta que, para la mayoría de las personas, es inconcebible que alguien que es tu pareja y que te dice que te quiere, esté al mismo tiempo tratando de rebajarte y humillarte. Por eso no es tan extraño que tiendan a dar crédito a las afirmaciones de su pareja y creer que de verdad hay algo equivocado en ellas, en sus opiniones, gustos, etc. Muchas se sienten tremendamente deprimidas y aún así no son capaces de expresar con claridad por qué se sienten así. Por eso, el primer paso hacia la curación consiste en reconocer que están siendo víctimas de abuso emocional y establecer una asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo.

¿Qué mantiene a estas personas en una relación de este tipo?

1. La destrucción del sentido del yo que hemos mencionado anteriormente impide a estas personas alejarse de su maltratador. Puede culparse a sí misma en vez de al maltratador, considerar que hay algo defectuoso en ella y que es ella quien debe cambiar y no él. La depresión le impide pensar soluciones efectivas, la baja autoestima y constante autocrítica le hace dudar de su capacidad para sobrevivir por sí misma. La destrucción del yo que conlleva el abuso le impide romper la relación. Sólo con pensar en dejar a su pareja puede tener incluso un ataque de pánico.

El marido de Isabel criticaba sus ropas, sus amistades y la mantenía alejada de sus familiares y amigos. Cada vez que ella quedaba con alguna amiga, él se enfadaba, discutía y se alejaba de ella. Cuando ella empezó a trabajar, la acusaba de mantener relaciones con sus compañeros, constantemente ridiculizaba sus ideas y sentimientos con comentarios como: “¿Ya estás otra vez imaginando cosas?” o “Este tema es demasiado estúpido para hablarlo”.

2. Abuso, negligencia o abandono en la infancia

Un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) mostró que todas las mujeres víctimas de abuso emocional y el 65% de las mujeres víctimas de abuso físico informaron de una historia de abuso emocional en sus familias de origen.

Una persona con una infancia sana y normal, que ha aprendido a formar vínculos seguros con sus parejas, tiene más recursos psicológicos para escapar de una relación de este tipo cuando empieza a darse cuenta de cómo es su pareja realmente, mientras que una persona víctima de maltrato, negligencia o abandono en su infancia, tiene más posibilidades de acabar formando un vínculo de tipo ansioso en la edad adulta.

Muchas de estas personas se han sentido solas y maltratadas o abandonadas durante toda su vida y ansían más que nadie esa conexión emocional de la que carecen, de ahí que su miedo al abandono sea mayor que en otras personas. Este miedo al abandono, que ha arrastrado probablemente toda su vida, da lugar a una conducta de aferramiento intenso a su pareja. Su sensación de soledad y necesidad de conexión con alguien es tan intensa que perciben el abandono como algo que acabaría por destruirlas por completo, pues su maltratador es percibido como su última esperanza de salvación.

Por otra parte, estas personas se ven impulsadas de manera inconsciente en la edad adulta a entablar una relación con alguien tan abusivo como lo fue su padre o madre, en un intento por reconstruir una infancia perdida, por tener una segunda oportunidad y ser capaces de manejar la situación adecuadamente.

“Durante toda mi vida he tenido la sensación de que la gente cercana  a mí no quería escucharme. Me he sentido sola e ignorada. Y aún me siento así: desconectada de todo y profundamente sola”.

2. El vínculo traumático

Con el sentido del yo erosionado o disminuido y aislada de otras personas, la víctima se apega con fuerza al maltratador en busca de un poco de amor, de un poco de validación, de ese gesto amable que le devuelva su identidad personal, que le diga que no es una persona tan inadecuada como está empezando a creer, sino alguien valiosa y digna de amor y respeto.  Esto es lo que se llama un vínculo traumático. No es el vínculo de amor que debería unir a una pareja, sino un vínculo basado en la dependencia que crea la erosión de la propia identidad, por eso es tan intenso y por eso es tan difícil para muchas personas romper este tipo de relaciones y abandonar a su maltratador. Esos momentos de cariño e intimidad con el abusador que tanto anhela la víctima aparecen de vez en cuando, dándole esperanzas de que a partir de ahora todo va a cambiar y que todo irá bien, pero eso nunca sucede, pues tras ese breve instante de conexión aparece de nuevo el frío distanciamiento y el abuso emocional.

3. Reforzamiento intermitente

En este tipo de relaciones marcadas por el abuso emocional, suele darse un patrón cíclico, con fases en las que el maltratador se muestra cariñoso y atento, seguidas de fases de abuso emocional. Esta conexión emocional intermitente produce gran desasosiego y confusión en la otra persona, manteniéndola insegura constantemente respecto al amor de su pareja. Cuando cree que tiene al amor de su pareja, él vuelve a rechazarla y ella siente una gran ansiedad por recuperarlo de nuevo. Los pequeños momentos de conexión hacen que recupere la esperanza y cuando sucede de nuevo el rechazo y el maltrato, la decepción y el dolor son intensos.

El maltratador

Muchas víctimas de maltrato tienden a pensar que si se comportan del modo apropiado todo irá bien entre ellos. Pero no existe un modo apropiado, pues si un día se vuelve cariñoso contigo por haberle preparado una comida especial, una semana después puede insultarte precisamente por lo mismo. Es decir, el abuso no tiene nada que ver con la víctima, no depende de lo que ella haga o deje de hacer, no se produce porque ella haga algo mal o sea torpe o se comporte de un modo incorrecto. (y ni siquiera aunque lo hiciera sería motivo para ser maltratada).Tiene que ver única y exclusivamente con el maltratador y sus propios problemas psicológicos o de otro tipo, miedos, inseguridades y necesidad de control.  El miedo del maltratador al abandono suele ser tan intenso como el de la víctima, y reacciona ante ese miedo tratando de obtener un control total sobre ella.

El maltratador suele ser una persona inmadura y egoísta. Lo único que le importa es su propio bienestar y su víctima ha de atenerse a sus deseos en todo momento. No tiene en cuenta los deseos y sentimientos de su pareja porque sólo le importan los suyos propios. Percibe a su pareja como si fuera parte de él y estuviera bajo su dominio, en vez de como un ser independiente, con sus propios deseos, opiniones, preferencias o emociones.

En Clínica Nuevo SER podemos ayudar a superar los procesos cíclicos de maltrato a quien los padezca, para que así logre alcanzar una vida digna y plena.

Fuente:   http://www.cepvi.com/

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