El alcoholismo lo conocemos como un vicio, adicción o una enfermedad. Como en todas las patologías hay procesos, lo que más impresiona es cuando la persona pierde el control del asunto; a menudo se critican las consecuencias y no los orígenes o causas que lo provocan.
Los humanos tenemos tres canales energéticos diferentes y complementarios que actúan como una sola pieza: la corporeidad, mente o psicología y los valores. En todas nuestras acciones interactúan, de eso depende nuestra conducta, sea de éxito o fracaso.
Alcoholismo social
Hay quienes sus manifestaciones familiares y sociales las relacionan principalmente con las comidas y bebidas, lo cual se convierte en motivo de alegría, satisfacción y excesos. Estos hábitos suelen subsistir desde la raíz familiar y por tanto, son muy difíciles de erradicar y controlar.
Para estas personas es inconcebible tener una fiesta de cumpleaños, navidad, visita o cualquier reunión social sin los ingredientes alcohólicos y llevarlos hasta el extremo. Desde el punto de vista del metabolismo digestivo hay un atropello a este sistema. Las personas con problemas de este tipo de alcoholismo, deben recibir consejos sobre alimentación sana y natural, no sólo para desintoxicar el cuerpo, sino para valorar poco a poco lo que se debe ingerir en comida y bebida.
Alcoholismo por traumas
En otras ocasiones la problemática reside en el aspecto mental, psicológico o de personalidad. Todo alcohólico consuetudinario o definido como tal, tiene una historia de abuso o trauma qué contar. Toma porque sus padres, hermanos, pareja, hijos o amigos lo han olvidado o abandonado. Ha roto los vínculos familiares y encuentra compensación en los amigos de tragos o con otra pareja. Generalmente, estos traumas vienen desde la niñez o adolescencia y se manifiestan de una manera compulsiva en la juventud o adultez.
Dentro de esta problemática se encuentra el lugar que ocupó dentro de su núcleo familiar, el sexo, las oportunidades de estudio y superación; las separaciones o ausencia de uno de los padres o de ambos; criarse en otro ambiente o con parientes; haber emigrado a otro país por causas bélicas o económicas; divorcios e infidelidades. Todos estos aspectos suman para la conducta de un alcohólico, deben rastrearse en la consulta para apoyarlo a superar dichos traumas. Cuando se logra tener un perfil de esa persona, que ordinariamente son muy inteligentes, instruidos y nobles (cuando están sobrios), sólo nos hace falta encontrar un nuevo molde para superar su alcoholismo, que muchas veces suele ser solitario.
Pérdida de valores
Hay un aspecto social y económico muy importante que incide en la conducta alcohólica. Generalmente los alcohólicos acostumbran formar una subcultura que les beneficia y donde encuentran comprensión, solidaridad, conducta lúdica de la vida; comparten comidas, la misma bebida, ropa, casa y muchas veces, hasta la cárcel; dado que en muchos casos roban o cometen acciones delincuenciales para sobrevivir. Dentro de este mismo aspecto está el campo laboral que es la causa del fracaso reincidente. Si el alcohólico tiene recursos tendrá muchos amigos, de la misma índole, pero si enferma o cae en quiebra, todos se alejarán, porque el alcohólico sólo tiene una meta: agenciarse de dinero o amigos que inviten para saciar su apetito de embriagarse.
El alcohólico llega a perder los valores humanos, familiares, religiosos y sociales. Reconstruir este aspecto es lo más difícil en las terapias. La autoestima es disfrazada; es tolerado, pero no aceptado, ni es de confianza hasta que supera su conducta y manifestaciones. Sin embargo, la abstinencia trae cambios de conducta, por lo que debe en primer lugar, aferrarse a lo espiritual, que no quiere decir exactamente algo religioso, aunque lo incluye en primer orden, sino a valores como los de la familia, la sociedad, solidaridad, arte, terapias grupales o de alcohólicos anónimos.
Puede ser un “karma”
Existen otros factores más sutiles que se pueden analizar, como las energías que deben balancearse y profundizarse, de la misma manera aprender a conocer el karma o ley de causa – efecto. Muchas veces se está en estas situaciones muy difíciles, casi irreversibles o a límite, porque nuestras acciones antes no han sido correctas o hemos actuado mal y pagamos con ese sufrimiento o con cualquier otro. Lo que debemos hacer son acciones de beneficio y amor hacia la humanidad para ganar lo que se llama “darma”, es decir, gracia que se revierta sobre nosotros y por menos tiempo tengamos esos sufrimientos, de los cuales participan los seres queridos más cercanos.
Cómo curarlo
Orientar toda esta complejidad en un alcohólico no es tarea terapéutica fácil. El primer elemento importante es que el paciente tenga deseo de superarse. Cuando eso sucede ya tenemos ganado casi un 50 por ciento, porque muchas veces son los familiares quienes quieren, pero el paciente no tiene el menor interés porque le falta conciencia, se siente cómodo, ha perdido la vergüenza y autoestima. En algunas ocasiones un impacto fuerte sacude al alcohólico y recapacita, como el haber expuesto a su familia a la muerte en un vehículo, la amenaza de una muerte inminente si continúa ingiriendo alcohol; una enfermedad grave; la muerte de un ser querido, una pérdida cuantiosa de dinero o bienes; pasar una vergüenza o pena pública. En otras ocasiones la presencia de personas de bien, religiosas o de grupos sociales que apoyan a este tipo de personas en centros, templos o prácticas sanadoras.
Hay un elemento que llamo bioquímico, es decir, hay personas que toman y pasan sin novedad, pero a otras les afecta de manera importante, porque el alcohol daña una parte del cerebro de manera violenta y las neuronas se descontrolan. Por ello, nunca deben volver a tomar.
La medicina natural tiene cantidad de recursos, llamados holísticos y terapias con plantas, desintoxicación por medio de hidroterapia, sauna, ejercicios, acupuntura, masajes, agua de mar, y otras prácticas como de energías, orientación personal, grupal y sobre todo amor por la vida sana. Debemos tener presente que esta es una terapia personal, primeramente y después grupal donde lo fundamental es reconocer su problema, tener deseo de recuperarse y gozar del apoyo familiar o grupal. Al lado debemos tener las alternativas para reiniciar un nuevo estilo de vida, se le debe dar seguimiento en todos los campos, físico, emocional, social y espiritual o de valores.
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