La drogadicción puede atrapar a niños y adolescentes sin distinguir clase social o nivel educativo, por ello, es necesario que los padres conozcan y prevengan los factores de riesgo asociados a este problema. No obstante, si los hijos ya se iniciaron en las drogas es fundamental aprender a identificar esta situación antes de que sea demasiado tarde.
Los especialistas en salud mental consideran que la adicción a las drogas generalmente es producto de un encuentro no casual de cuatro factores:
* Individuo afectado emocionalmente.
* Contexto social y/o escolar conflictivo.
* Núcleo familiar inestable.
* Sustancia que proporciona "bienestar".
Lo anterior puede orillar a un chico a tomar la decisión de consumir drogas, ya sea que acepte ofrecimientos o las busque por cuenta propia. Por el contrario, un joven que tiene confianza en sí mismo y cuenta con una familia que le proporciona amor y seguridad seguramente las rechazará.
Para entender mejor esta problemática, la Dra. Guadalupe Aguila Medina -ex subdirectora de proyectos especiales en el Consejo Nacional contra las Adicciones de la Secretaría de Salud (Ssa)- explicó en entrevista exclusiva para saludymedicinas.com.mx que "se considera que una persona es adicta a determinada sustancia cuando su organismo requiere de ésta para funcionar y sentirse bien, situación en la que se establecen los fenómenos de dependencia y tolerancia. Por el primero se entiende que la droga se ha hecho indispensable, y por el segundo que cada vez se requiere consumirla en mayor cantidad para obtener los mismos efectos que se conseguían con menores dosis".
Incluso, la comunidad médica ya considera la drogadicción como un desorden crónico que afecta a las células cerebrales (neuronas) encargadas de los procesos mentales que controlan el pensamiento, raciocinio, voluntad y placer. Esto sucede porque las drogas actúan directamente en el sistema nervioso central (formado por cerebro y médula espinal), específicamente se fijan en ciertos componentes de la superficie del encéfalo conocidos como receptores, para luego actuar al interior de las neuronas y neurotransmisores (sustancias que permiten la comunicación entre células nerviosas).
Peligroso riesgo
Es cierto que existen algunos rasgos de personalidad, conductas o conflictos familiares, sociales y escolares que están presentes en la mayoría de los adictos y que, de haber sido descubiertos a tiempo, hubiesen permitido intervenir a tiempo. Aunque es importante aclarar que la presencia de estos factores de riesgo no ocasionan que automáticamente una persona comience a consumir drogas, pero si la hacen más vulnerable a aceptar un ofrecimiento.
La Dra. Aguila Medina -también ex subdirectora de coordinación y supervisión de la Dirección de Normas de Salud Mental de la Ssa- refiere que los factores de riesgo que hacen susceptibles a los jóvenes a la drogadicción se clasifican de la siguiente manera:
Personales. Incluye baja autoestima, personalidad trastornada, dificultad para manejar el estrés, depresión, alto grado de inconformidad, predisposición genética al consumo de alcohol, tener entre 16 y 18 años y haber iniciado ingestión experimental en la adolescencia temprana (13 a 14 años).
Familiares. En esta categoría se concentran apoyos y controles débiles, disciplina inconsistente, consumo de drogas y alcohol en padres y hermanos, núcleo familiar caótico y desorganizado, divorcio de los progenitores, rechazo y abandono hacia los hijos y falta de comunicación.
Escolares. Incluye asistir a colegios desorganizados en donde el profesorado no se involucre afectivamente con el alumnado ni ofrezca alternativas y actividades extraacadémicas, además de tolerar el consumo de drogas.
Comunitarios. Se refiere a la carencia de recursos para el desarrollo humano, salud, educación, vivienda, servicios, trabajo y recreación.
Culturales/sociales. Agrupa tolerancia al consumo, actos antisociales, insatisfacción con la calidad de vida, uso de drogas en el grupo de iguales, así como disponibilidad y acceso a lugares donde se consumen sustancias adictivas.
Cuándo sospechar y qué hacer
Como podrá apreciar, los jóvenes consumen drogas por varias razones, mismas que se asocian a como se sienten consigo mismos, la forma en la que se llevan con los demás y en cómo viven. Ahora bien, aunque no hay un solo factor que determine quienes se drogarán y quienes no lo harán, hay diversos indicios que pueden hacer sospechar a los padres de este problema:
* Baja en el rendimiento escolar y, consecuentemente, malas calificaciones.
* Comportamiento agresivo y rebelde.
* Excesiva influencia de los compañeros.
* Tendencia a estar mucho tiempo encerrado en el baño o habitación.
* Dormir en horas no habituales.
* Poco interés en hablar con la familia.
* Durante los días de ocio, permanecer demasiadas horas seguidas fuera de casa.Pérdida del interés por las aficiones deportivas o culturales.
* Tendencia a mentir.
* Aumento inexplicable de los gastos personales.
* Extravío de dinero u objetos en casa.
* Cambios en la mirada, ya sea que ésta luzca como perdida o los ojos adquieran un brillo extraño
Cuando los padres confirman su sospecha se les recomienda seguir los consejos que a continuación se presentan:
* No actuar irracionalmente, pues aunque la situación en cuestión representa un golpe muy duro es preciso tranquilizarse y apoyar a los hijos.
* Evitar hacer reproches al chico, lo mejor es propiciar clima afectivo y dialogar con él o ella.
* Pedir consejo a los especialistas más cercanos (médico de cabecera o psicólogo del colegio).
Ahora bien, siendo una enfermedad y no simplemente costumbre o vicio, la drogadicción demanda tratamiento especializado y apoyo familiar pero, sobre todo, voluntad y deseo de superarlo por parte del paciente. Este proceso incluye terapia dirigida por un equipo que involucra al médico general, psicólogo y psiquiatra, quienes, junto con los familiares, le brindarán al afectado el apoyo que necesita para superar la dependencia a las drogas. La estrategia escogida y el tiempo que demande su aplicación obedecerá a la severidad del problema de cada paciente.
Prevención temprana
Es común pensar que con niños pequeños no debe existir preocupación referente al consumo de drogas y/o alcohol, y que en la época preescolar se corren pocos riesgos. De hecho, la carencia de programas preventivos dirigidos a la niñez es una señal de la poca atención que se les presta para prepararlos a afrontar esta realidad.
Hay que tomar en cuenta que en la edad infantil se está formando la personalidad y hábitos, por lo que en esta etapa es posible influir en el niño para desarrollar actitudes positivas hacia la salud en general y el bienestar individual y familiar. Así, desde que el niño entra al colegio se le debe enseñar que las drogas, incluidas alcohol y tabaco, son elementos que hacen daño físico; conforme vaya creciendo se podrá ser más específico.
Cuando el chico cumple siete años se muestra más adaptado al mundo, su desarrollo intelectual junto con el personal le permiten ir estructurando sus experiencias de aprendizaje. Así, el niño va construyendo su personalidad con los valores, actitudes y sentimientos adquiridos en el colegio y entorno familiar, los cuales hacen que se comporte o reaccione de determinada forma frente a la droga y/o alcohol.
Además es necesario recalcar que la educación para la convivencia no es sólo dar discursos sobre lo bueno y lo malo, sobre lo que se debe o no hacer, sino que es necesario crear hábitos de valor moral en los niños en la medida que éstos vivan en su hogar.
Respecto a los factores protectores que pueden prevenir que los hijos caigan en problemas de drogadicción, la Dra. Aguila Medina destaca los siguientes:
Personales. Fomentar la autoestima, enseñar a manejar el estrés, a desarrollar confianza en sí mismos y luchar por sus ideales, reforzar conductas positivas, evitar que enfado, tristeza y temor se conviertan en autoagresión, y crear conciencia de lo que es adecuado o no para la salud.
Familiares. Es fundamental que el núcleo familiar sea armónico y estructurado, así como establecer normas claras y límites, desarrollar vínculos amorosos fuertes entre padres e hijos, fomentar la comunicación y capacidad de tomar decisiones y resolver conflictos, dedicar tiempo a la convivencia y proporcionar apoyo constante e incondicional.
Escolares. Es necesario que el colegio sea organizado y cuente con cierto prestigio, además, los profesores deben prestar atención a los alumnos, estimularlos a alcanzar sus metas, servir de modelo de identificación, establecer relaciones afectivas, fomentar la participación y disciplina, así como reforzar habilidades y buena conducta.
Comunitarios. Es preciso que en la comunidad haya disponibilidad de recursos y apoyo social, por ejemplo, acceso a escuelas, deportivos y fuentes de trabajo.
Culturales/sociales. Deben promover estilos de vida saludables.
En resumen, es fundamental hablarles a los hijos desde edad temprana sobre las drogas, explicándoles que son, cómo afectan al organismo y sus consecuencias, y por qué algunas personas las consumen. De esta manera se les creará conciencia de la problemática, y si esto va de la mano con la unión, apoyo y comunicación dentro del núcleo familiar es muy probable que en el futuro sean personas sanas y emocionalmente estables.
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