En la vejez hay una tendencia natural a beber menos alcohol, debido a sus efectos secundarios y la interacción con los medicamentos, que habitualmente se toman, por multiples dolencias.
Pero existe un número importante de bebedores de riesgo y alcohólicos (2% de la población), que consumen bebidas alcohólicas, más como “automedicación”, por sus efectos de droga psicotropa, que por el placer del paladar.
Así en personas que presentan alguna de las siguientes circunstancias, habría que estar atentos desde la medicina, servicios sociales, para evaluar sus riesgo con el alcohol:
Viudedad, soledad, problemas económicos, asilamiento, abandono o dejación familiar del anciano, carencia de apoyo familiar ode allegados, enfermedad orgánica grave, dolor físico, trastornos psiquiátricos, insomnio….Son factores que llevan a beber más alcohol.
Síntomas como: desnutrición, caídas, irritabilidad, somnolencia diurna e insomnio, confusión mental, cambios bruscos del humor, abandono de la higiena y autocuidado, nos pueden hacer sospechar que esa persona anciana puede tener problemas con el alcohol
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