lunes, 20 de diciembre de 2010

El alcohol no es inofensivo

Es sábado por la noche y el hospital permanece tranquilo, aunque por poco tiempo. Los amigos de Rubén lo traen a urgencias porque se ha excedido bebiendo. Ha llegado un poco lejos. Todo empezó a las 10 de la noche. Sus amigos habían observado cómo se iban vaciando los vasos sucesivos de la mezcla de vino con coca-cola, que habían preparado. Le advirtieron: «Te estás pasando», a lo que contestaba: «Dejadme, todavía controlo». Reía, miraba sin saber dónde y se tambaleaba, hasta que por fin se desplomó. El golpe fuerte lo recibió en la cabeza. Tenía una gran herida en la parte posterior de la misma, de la que manaba abundante sangre. Sus amigos le llamaron varias veces zarandeándolo y no respondía. En una ocasión había abierto los ojos para vomitar el calimocho. Y después cayó en el silencio de la inconsciencia. Lo condujeron rápidamente a urgencias. Los médicos que lo atendimos comprobamos el estado de embriaguez del muchacho. Observamos cómo era incapaz de mover el lado derecho y,tras realizarle una radiografía de la cabeza (scanner), diagnosticamos un gran coágulo en el cerebro que había que operar inmediatamente.

Son las seis de la mañana. El equipo de urgencias que está esa noche trabajando tiene que atender a dos pacientes de un accidente de tráfico, producido en una carretera comarcal. Iban a excesiva velocidad. El coche se ha salido de la carretera y se ha estrellado contra un árbol. Iván era el que conducía. Tenía un fractura de la pierna. Olía a alcohol. Estaba ligeramente contento, desinhibido. No era consciente de la tragedia que se había producido. ¿Qué pasará cuando despierte del sueño dulce y compruebe que sus dos mejores amigos han muerto en el accidente?

El alcohol es la droga más consumida en nuestro entorno sociocultural, de la que más se abusa, objeto de una gran tolerancia social. Según el Observatorio español sobre drogas, estamos asistiendo a una mayor penetración social del uso de alcohol con una reducción de los consumos habituales. Los adultos consumen de forma más regular durante la semana (vino y cerveza) y, aunque su conducta no genere alarma social, son los que capitalizan la mayor parte de los problemas derivados del abuso del alcohol. Por lo que respecta al sector juvenil, los adolescentes han pasado de la cultura de la litrona de los años 80 al patrón nórdico de los 90 (consumo en atracones de fin de semana). Los adolescentes son, sobre todo, consumidores de fines de semana y días festivos. El lugar de consumo de alcohol es la calle, en sitios de diversión, en compañía de compañeros de grupo, fuera del ámbito del hogar, y en algunos casos conlleva la iniciación al consumo de otras sustancias perjudiciales como el tabaco, hachís, marihuana, cocaína, heroína o drogas sintéticas. La edad media del primer consumo de alcohol está en los 13 años. Para el comienzo del consumo semanal es de 14 años. Los jóvenes de 20 a 24 años son los que con mayor frecuencia se emborrachan. Entre quienes han bebido alcohol durante el último año, la mitad de los chicos de esa edad y un tercio de las chicas se han emborrachado al menos.

El alcohol es la droga que más problemas sociales y sanitarios causa: accidentes de tráfico y laborales, malos tratos, problemas de salud, etc. La asociación de alcohol y traumatismo ha sido una constante a lo largo de la Historia. Numerosos estudios citan cifras variadas, pero siempre significativas, observando la asociación y el impacto de la intoxicación alcohólica sobre las lesiones traumáticas y la mortalidad. Varios autores coinciden en que del 40% al 50% de los accidentes mortales de tráfico están asociados con intoxicación alcohólica. La intoxicación alcohólica aguda comparte muchas características clínicas con otros agentes sedativos-hipnóticos, ya que sus efectos primarios están en el sistema nervioso central. Con concentraciones bajas en sangre se puede observar euforia y desinhibición. Puede haber habla mal articulada, percepción alterada del medio ambiente, alteración del juicio, marcha tambaleante, incoordinación. Con concentraciones mayores puede ocurrir un comportamiento combativo y destructivo. A niveles aún mayores esto puede ir seguido de somnolencia y de depresión respiratoria. En general los problemas asociados al consumo de alcohol en la adolescencia están en relación con la intoxicación aguda, que suele ser más grave que en los adultos, los accidentes de tráfico, que en general se concentran los fines de semana, en las dificultades escolares por amnesias y disminución del rendimiento escolar, trastornos de conducta y comportamiento antisocial, fácil irritabilidad, rebeldías, conductas impulsivas, implicaciones en delitos violentos, y mayor número de tentativas de suicidio. El alcohol, al ser tóxico, es nocivo para todos los órganos del cuerpo, aunque los adolescentes pueden estar libres de los efectos crónicos que se derivan del consumo.

No podemos olvidar la industria del alcohol con campañas que promueven su consumo como parte de la vida social. Las campañas están diseñadas con objeto de asociar el uso del alcohol con experiencias deseables. Impulsar la prevención en edades tempranas debe ser objetivo urgente y prioritario en la escuela, en la familia y en la sociedad, promoviendo actitudes críticas en los adolescentes frente a modelos socialmente aceptados, así como potenciar valores de ocio no relacionados con el alcohol.

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