lunes, 17 de enero de 2011

<b>Alcohol</b> y <b>sexo</b>: ¿buenos o malos compañeros? | Es Tu Salud

La percepción que tienen las personas de las bebidas alcohólicas es que son euforizantes. Dan un punto de chispa que facilita las relaciones sociales. Por eso se consumen en las fiestas y cuando se está en grupo. Hay quien lo consume para darse ánimos e iniciar una acción que no sería capaz de realizar sin tener un poco de alcohol en la sangre. Incluido abordar a alguien para proponerle relaciones sexuales.

Lo cierto es que esa apreciación es errónea. El alcohol no es una sustancia estimulante. Muy al contrario, es un depresor del Sistema Nervioso Central; como sucede con los tranquilizantes. Lo que produce el alcohol tomado en dosis moderadas es un ligero embotamiento nervioso-cerebral. Al hacerlo, consigue reducir los frenos permanentes que nos imponemos en el contacto social. Así, lo que el alcohol consigue es reducir las inhibiciones. Y sin inhibiciones, el comportamiento se hace más atrevido y se asumen riesgos que de otro modo no se tomarían. A grandes dosis, la depresión del cerebro aumenta, reduce la conciencia y lo seda hasta poder llegar a dormirlo..., o ponerlo en coma.

    
Pueden surgir problemas
Eso significa que si has bebido alcohol para pasar una fiesta desinhibida y eso te lleva a mantener relaciones sexuales, te encontrarás con que, aunque no lo adviertas, tu organismo está más sedado que estimulado. Y al estar aminorado, los estímulos nerviosos tardan en llegar a su destino y en producir los efectos habituales.

Una de las cosas que pueden suceder es que el proceso de excitación del organismo no funcione correctamente. Sus consecuencias serán: dificultades para obtener la erección en los chicos, y problemas para que la vagina se humedezca en las chicas.

Pero es posible que el nivel de sedación no llegue a tanto y el coito o cualquier otra actividad sexual sea posible. En tales condiciones, por bien estimulados que estén los genitales, el estímulo pertinente caminará con torpeza por el sistema nervioso y será necesario más tiempo de estímulo para obtener los resultados apetecidos. El orgasmo, si llega, sufrirá el mismo fenómeno de aminoración, con lo que resultará poco placentero; una simple descarga nerviosa. Pero es posible que no llegue nunca porque el cansancio puede vencer antes a uno de los miembros de la pareja o a los dos a la vez. La consecuencia será dejar la actividad sexual con una fuerte carga de desazón y sensación de fracaso.

Mal asunto para una relación sexual.

    
Por eso, las actividades sexuales que siguen a una noche de discoteca y alcohol finalizan en fracasos en un número importante de ocasiones.

Es por esta razón que las prostitutas huyen de los clientes bebidos como de un nublado. Saben por experiencia que pueden tener dificultades en la erección que les pueden enojar y volverlos agresivos, o retrasar su eyaculación hasta límites que les pueden ocasionar irritaciones en la vagina además de perder otros clientes. El tiempo es oro para ellas.

Quizás no haya quedado claro hasta ahora: el alcohol es mal compañero de viaje cuando deseamos mantener actividades sexuales. Aquí también se puede aplicar la frase de aquel conocido spot publicitario protagonizado por Stevie Wonder: “si bebes no conduzcas”. Si bebes, no mantengas relaciones sexuales.


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