jueves, 20 de enero de 2011

REFLEXIONES DIARIAS <b>ALCOHÓLICOS</b> ANÓNIMOS. MES DE ENERO

El hecho central en nuestras vidas es actualmente la certeza de que nuestro Creador ha entrado en nuestros corazones y en nuestras vidas en una forma ciertamente milagrosa. Ha empezado a realizar por nosotros cosas que nosotros no podríamos hacer solos.Esta es, en verdad, una realidad de mi vida de hoy y un auténtico milagro. Yo siempre creía en Dios, pero nunca pude aplicar significativamente esta creencia en mi vida. Hoy, gracias a Alcohólicos Anónimos, ya confío en Dios y dependo de El, como yo Lo concibo; ¡hoy, debido a esto, estoy sobrio!. Aprender a confiar en Dios y a depender de Dios fue algo que nunca pude haber logrado solo. ¡Ahora creo en milagros porque yo soy un milagro!.
¿Es la sobriedad lo único que habremos de esperar de un despertar espiritual? No, la sobriedad es apenas un principio.Practicar el programa de A.A. es como construir una casa. Primero tuve que poner una capa grande y gruesa de concreto sobre la cual erigir la casa; para mí, eso correspondió a dejar de beber. Pero es muy incómodo vivir desprotegido en una capa de concreto, expuesto al calor, al frío, al viento y a la lluvia. Así que construí un cuarto sobre la base empezando a practicar el programa. El primer cuarto era un poco tambaleante porque yo no estaba acostumbrado al trabajo. Pero con el paso del tiempo, según iba practicando el programa, aprendí a construir mejores cuartos. Mientras más practicaba y más construía, más confortable y feliz era la casa que tenía, la casa en que vivo ahora.
Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol: que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 23No es una mera casualidad que el mismo Primer Paso mencione la impotencia: La admisión de impotencia personal ante el alcohol es la piedra angular de la base para la recuperación. Me he dado cuenta que no tengo el poder y el control que una vez creía tener. Soy impotente ante lo que la gente piense de mí. Soy impotente ante el hecho de haber perdido el tren. Soy impotente respecto a la forma en que otra gente trabaje (o no trabaje) en los Pasos. Pero también me he dado cuenta de que no soy impotente ante otras cosas. No soy impotente ante mis actitudes. No soy impotente el negativismo. No soy impotente en cuanto a asumir la responsabilidad en mi propia recuperación. Tengo el poder de ejercer una influencia positiva sobre mí mismo, sobre mis seres queridos y sobre el mundo en el que vivo.
Creemos que el abstenernos de beber no es más que el principio. Una demostración más importante de nuestros principios nos espera en nuestros respectivos hogares, ocupaciones y asuntos.Generalmente me resulta fácil ser agradable con la gente en el ambiente de A.A. Mientras trabajo por mantenerme sobrio, estoy celebrando con mis compañeros en A.A. nuestra liberación común del infierno de la bebida. Frecuentemente no es tan difícil difundir buenas noticias entre mis viejos y nuevos amigos en el programa.Sin embargo, en el hogar o en el trabajo, eso puede ser otro cantar. En las situaciones que se me presentan en esas dos áreas de mi vida, las pequeñas desilusiones de la vida diaria son más evidentes y puede ser muy difícil sonreír o llegar con una palabra bondadosa o un oído atento. Fuera de las salas de A.A. es donde me enfrento con la prueba real de la eficacia de mi paseo por los Doce Pasos de A.A.
No puede concebir la vida sin alcohol. Llegará el día en que no podrá concebirla sin éste ni con éste. Entonces conocerá como pocos la soledad. Estará en el momento de dar el salto al otro lado. Deseará que llegue el fin.Solamente un alcohólico puede entender el significado exacto de una declaración como ésta. El dilema que me mantenía cautivo como alcohólico activo también me llenaba de terror y confusión: "Si no me tomo un trago me voz a morir", competía con "si continúo bebiendo, esto me va a matar". Ambos pensamientos compulsivos me empujaban aun más cerca del fondo. Ese fondo produjo una total aceptación de mi alcoholismo - sin reserva alguna - y esto fue absolutamente esencial para mi recuperación. Con esto, me veía enfrentado a un dilema sin parecido a ninguna experiencia anterior; pero, como llegué a entender más tarde, era necesario enfrentarlo si había de tener éxito en este programa.
Nos damos cuenta de que únicamente por medio de la derrota total, podremos dar los primeros pasos hacia la liberación y la fortaleza. Nuestra admisión de la impotencia personal se convierte en el sólido cimiento sobre el cual podremos construir una existencia feliz y útil.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 23Cuando el alcohol influenciaba en todas las facetas de mi vida, cuando las botellas se convirtieron en símbolos de mi libertinaje y de la satisfacción inmoderada de mis deseos, cuando me di cuenta de que, por mí mismo, no podía hacer nada para sobreponerme al poder del alcohol, me di cuenta que no tenía otro recurso que la rendición. En la rendición encontré la victoria - victoria sobre mi egoísta inmoderación, victoria sobre mi necia resistencia a la vida tal como se me había dado. Cuando dejé de pelear con todos y con todo, empecé en el sendero de la sobriedad, de la serenidad y de la paz.
Las medidas parciales no nos sirvieron para nada. Estábamos en el punto de cambio. Entregándonos totalmente, le pedimos a Dios su protección y cuidado.Todos los días yo me encuentro en momentos decisivos. Mis pensamientos y mis acciones pueden impulsarme hacia el desarrollo o encaminarme a las viejas costumbres y a la bebida. Algunas veces los momentos decisivos son comienzos, como cuando empiezo a encomiar, en lugar de criticar a alguien. O cuando empiezo a pedir ayuda en lugar de intentarlo solo. Otras veces los momentos decisivos son finales, tales como cuando veo claramente la necesidad de dejar de alimentar resentimientos o el egoísmo. Muchos defectos me tientan diariamente; por esto yo tengo también oportunidades diarias para darme cuenta de ellos. De una u otra manera, muchos de mis defectos de carácter aparecen diariamente: la auto-condena, la ira, la evasión, la soberbia, el deseo de desquitarme y la grandiosidad.Intentar medidas parciales para eliminar estos defectos solamente paralizan mis esfuerzos para cambiar. Solamente cuando le pido ayuda a Dios, con total entrega, llego a tener la voluntad y la capacidad para cambiar.
El hecho es que la mayoría de los alcohólicos, por razones que todavía son oscuras, cuando se trata de beber, han perdido su capacidad para elegir. Nuestra llamada fuerza de voluntad se vuelve inexistente.Mi impotencia ante el alcohol no cesa cuando yo dejo de beber. En sobriedad, yo todavía no tengo opción - no puedo beber.La opción que sí tengo es la de recoger y usar el "juego de herramientas espirituales" (Alcohólicos Anónimos, p. 23). Cuando hago esto, mi Poder Superior me exonera de mi falta de opción - y me mantiene sobrio un día más. Si yo pudiera optar por no tomar un trago hoy, ¿qué necesidad tendría entonces de A.A. o de un Poder Superior?Es verdaderamente espantoso tener que admitir que, con la copa en la mano, hemos deformado nuestras mentes hacia una obsesión de beber tan destructiva que sólo un acto de la Providencia puede remover.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 23Para mí, el acto de la Providencia, (una manifestación de cuidado y dirección divina), ocurrió cuando yo experimentaba la quiebra total del alcoholismo activo - todo lo significativo de mi vida había desaparecido. Llamé por teléfono a Alcohólicos Anónimos y, desde ese instante, mi vida nunca ha sido la misma. Al reflexionar sobre ese momento muy especial, sé que Dios estaba trabajando en mi vida mucho antes de que yo reconociera y aceptara conceptos espirituales. Mediante este único acto de Providencia pude quitarme de la bebida y empezar mi viaje hacia la sobriedad. Mi vida continúa desarrollándose con cuidado y dirección divina. El Paso Uno, admitir que yo era impotente ante el alcohol, y que mi vida se había vuelto ingobernable, cobra cada día más sentido para mí - un día a la vez - en la Comunidad salvadora y vivificadora de Alcohólicos Anónimos.
Llegamos a comprender que teníamos que admitir plenamente, en lo más profundo de nuestro ser, que éramos alcohólicos. Este es el primer paso hacia la recuperación. Hay que acabar con la ilusión de que somos como la demás gente, o de que pronto lo seremos.Vine a Alcohólicos Anónimos porque ya no podía controlarme bebiendo. Puede que fuese por las quejas de mi esposa por mi costumbre de beber, o quizá porque la policía me obligaba a asistir a las reuniones de A.A. o tal vez, porque en lo más íntimo de mi propio ser, me daba cuenta de que no podía beber como las demás gentes y no estaba dispuesto a admitirlo porque la alternativa me aterraba. Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres unidos contra una enfermedad común y mortal. Nuestras vidas están vinculadas unas con otras y somos como un grupo de náufragos en una balsa salvavidas en alta mar. Si trabajamos unidos, podemos llegar, sanos y salvos, a tierra firme.
Solamente el Paso Uno, donde hicimos una total admisión de que éramos impotentes ante el alcohol, se puede practicar con absoluta perfección.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 72Mucho antes de que yo lograra la sobriedad en A.A., sabía sin duda alguna que el alcohol me estaba matando; sin embargo, aun con este conocimiento, yo era incapaz de dejar de beber. Así que, cuando me enfrenté al Paso Uno, me resultó fácil admitir que no tenía la capacidad para no tomar. ¿Pero era mi vida ingobernable? ¡Qué va! Cinco meses después de llegar a A.A., estaba bebiendo otra vez y me preguntaba por qué.Más tarde, de regreso en A.A. y doliéndome todavía de mis heridas, llegué a darme cuenta que el Paso Uno es el único Paso que se puede dar al cien por ciento. Y la única manera de darlo completamente es darlo completo. Desde entonces, ya han pasado muchas veinticuatro horas y no he tenido que volver a dar el Primer Paso.
ACEPTAR NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS ACTUALESNuestro primer problema es aceptar nuestras circunstancias actuales, tales como son, a nosotros mismos, tales como somos, y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede empezar a hacer progresos. Una y otra vez, tendremos que volver a este punto de partida poco halagüeño. Es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas.Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos diligentemente convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía y el derrotismo, pueden ofrecernos una base segura, sobre la cual se puede establecer una más estable salud emocional y, por lo tanto, un más amplio progreso espiritual.Cuando me resulta difícil aceptar a la gente, los lugares y los acontecimientos, vuelvo a leer estos párrafos y me libran de muchos de los temores ocultos que tengo respecto a otra gente o a las circunstancias que la vida me presenta. Este pensamiento me hace posible ser humano y no perfecto, y recobrar la tranquilidad es espíritu.
NO SUCEDE DE LA NOCHE A LA MAÑANA
No estamos curados del alcoholismo. Lo que en realidad tenemos es una suspensión diaria de nuestra sentencia, que depende del mantenimiento de nuestra condición espiritual.La fantasía alcohólica más común parece ser: "Conque sencillamente no beba, todo estará muy bien". Una vez que se me aclaró la niebla, vi - por primera vez - el desastre en que se había convertido mi vida. Tenía problemas familiares, económicos, legales y profesionales; tenía dudas provocadas por viejas ideas religiosas; había aspectos de mi carácter a los que tenía tendencia a hacer la vista gorda porque fácilmente me podrían haber convencido de que era un desahuciado y haberme impulsado nuevamente a escapar. El Libro Grande me servía como guía para solucionar todos mis problemas. Pero no sucedió de la noche a la mañana - ni tampoco automáticamente, sin que yo hiciera un esfuerzo. Siempre tengo que reconocer la misericordia y las bendiciones de Dios que brillan a través de cualquier problema que tenga que enfrentar.
No nos lamentaremos por el pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos lleva a él.Una vez que logré mi sobriedad, empecé a ver el desperdicio que mi vida había sido y experimenté sentimientos sobrecogedores de culpabilidad y de arrepentimiento. Los Pasos Cuatro y Quinto del programa me ayudaron enormemente a aliviar aquellos molestos arrepentimientos. Supe que mi egocentrismo y deshonestidad retoñaban en alto grado de mi forma de beber y que yo bebía porque soy un alcohólico. Ahora veo que aun mis más desagradables experiencias pueden transformarse en oro porque, como alcohólico sobrio, puedo compartirlas para ayudar a mis compañeros alcohólicos, y en particular a los recién llegados. Ahora, varios años sobrio en A.A., ya no me lamento del pasado; simplemente estoy agradecido por estar consciente del amor de Dios y por la ayuda que puedo dar a otros en la Comunidad.
UN INSOSPECHADO RECURSO INTERIORCon pocas excepciones, nuestros miembros encuentran que han descubierto un insospechado recurso interior, que pronto identifican con su propio concepto de un Poder superior a ellos mismos.ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 268-269Desde mis primeros días en A.A., mientras luchaba por la sobriedad, yo encontraba esperanza en esas palabras de nuestros cofundadores. Frecuentemente meditaba sobre la frase: "nuestros miembros han descubierto un insospechado recurso interior". Me preguntaba a mí mismo, ¿cómo yo que soy tan importante puedo encontrar el Poder dentro de mí? Con el tiempo, como los cofundadores habían prometido, caí en la cuenta: yo siempre he tenido la opción de escoger entre lo bueno y lo malo, entre generosidad y egoísmo, entre serenidad y temor. Ese Poder superior a mí mismo es una dádiva original que no llegué a reconocer hasta que no logré la sobriedad diaria a través de vivir los Doce Pasos de A.A.¿Por qué esta insistencia de que es necesario para cualquier A.A. haber tocado primero el fondo? La respuesta es que muy pocas personas tratarán sinceramente de practicar el programa de A.A. si no han llegado a ese fondo personal. Porque la práctica de los once pasos subsiguientes implica la adopción de acciones y actitudes que casi ningún alcohólico que aún esté bebiendo puede soñar siquiera en aceptar.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 25-26Al tocar fondo se me abrió la mente y estuve dispuesto a probar algo diferente. Lo que probé fue A.A. Mi nueva vida en la Comunidad era como aprender a montar en bicicleta: A.A. se convirtió en mis ruedas de entrenamiento y mi mano de apoyo. No era que estaba buscando ayuda, sino simplemente que no quería volver a sufrir tanto. Mi deseo de evitar volver a tocar fondo era más fuerte que mi deseo de beber. Al principio eso era lo que me mantenía sobrio. Pero con el tiempo me encontraba trabajando en los Pasos lo mejor que podía. Pronto me di cuenta de que mis actitudes y acciones estaban cambiando - aunque fuera ligeramente. Un Día a la Vez, llegué a sentirme cómodo conmigo mismo y con otros, y las heridas empezaban a sanar.
El problema que teníamos los alcohólicos era éste: Exigíamos que el mundo nos diera felicidad y tranquilidad de espíritu exactamente en la forma en que nos conviniera obtenerlas - por medio del alcohol. Y no tuvimos éxito. Pero cuando dedicamos algún tiempo a enterarnos de algunas de las leyes espirituales y a familiarizarnos con ellas, y a ponerlas en práctica, entonces obtenemos felicidad y tranquilidad de espíritu . . . Parece que hay algunas reglas que tenemos que cumplir, pero la felicidad y la tranquilidad de espíritu siempre están allí, a la libre disposición de cualquiera.EL DR. BOB Y LOS BUENOS VETERANOS, p. 323La simplicidad del programa de A.A. me enseña que la felicidad no es algo que yo pueda exigir. Me llega muy quedamente mientras sirvo a otros. Al ofrecer mi mano al recién llegado o a alguien que ha recaído, veo que mi propia sobriedad ha sido reforzada con una indescriptible gratitud y felicidad.
Al repasar nuestras historias personales de bebedores, pudimos ver que, muchos años antes de habernos dado cuenta de nuestra falta de control, ya estábamos descontrolados, que aun entonces nuestra forma de beber no era una mera costumbre, sino, en realidad, el comienzo de una progresión fatal.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 25Cuando yo todavía estaba bebiendo, no podía responder a cualquier situación de la vida como lo podía otra gente más sana. El más pequeño de los incidentes me producía un estado de ánimo tal que creía necesario tomarme un trago para adormecer mis sentimientos. Pero el adormecimiento no mejoraba la situación, así es que tenía que buscar nuevo escape en la botella. Hoy tengo que estar consciente de mi alcoholismo. No puedo darme el lujo de creer que yo he adquirido control sobre mi forma de beber - pensar otra vez que he reconquistado el control de mi vida. Tal sentimiento de control es fatal para mi recuperación.
La fe que operar en y a través de nosotros las veinticuatro horas del día, o de lo contrario pereceremos.La esencia de mi espiritualidad, y de mi sobriedad, descansa en una fe que dura las veinticuatro horas de cada día, fe en un Poder Superior. Tengo que confiar en el Dios de mi entendimiento y tenerlo siempre presente según sigo adelante con mis actividades diarias. ¡Qué reconfortante es para mí la idea de que Dios obra en y por medio de la gente! Al hacer una pausa en mi rutina cotidiana, ¿traigo a la memoria ejemplos concretos y particulares de la presencia de Dios? ¿Me siento maravillado e inspirado por la multitud de veces en las que este poder se pone de manifiesto? Estoy rebosante de gratitud por la presencia de Dios en mi vida de recuperación. De no tener esta fuerza omnipotente en todas mis actividades, volvería a hundirme en el abismo de mi enfermedad - y la muerte.
"HACEMOS UNA PAUSA . . . Y PEDIMOS"A medida que transcurre el día, hacemos una pausa si estamos inquietos o en duda, y pedimos que se nos conceda la idea justa o la debida manera de actuar.Humildemente le pido hay a mi Poder Superior que me dé la gracia de encontrar el espacio entre mi impulso y mi acción; que deje correr una brisa refrescante cuando y o respondería acaloradamente; que interrumpa la fiereza con una paz apaciguadora; que posibilite que la crítica se convierta en criterio; que el silencio se anteponga cuando mi lengua se apuraría a atacar o a defender.Prometo velar por cualquier oportunidad de volverme hacia mi Poder Superior en busca de guía. Yo sé dónde está este poder: reside dentro de mí, tan claro como un arroyo de la montaña; oculto entre las lomas - este es el insospechado Recurso Interior.Doy gracias a mi Poder Superior por este mundo de luz y de verdad que veo cuando le dijo que dirija mi visión. Hoy confío en El y espero que El confíe en que yo voy a hacer todo esfuerzo para encontrar hoy el pensamiento propicio o la acción apropiada.El miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de humildad y debilidad.A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 272Según pasar los días en A.A., le pido a Dios que dirija mis pensamientos y mis palabras al hablar. En esta participación continua se me presentan muchas oportunidades de hablar. Elevo mi pensamiento y pido: "Querido Dios, ayúdame a vigilar siempre mis pensamientos y mis palabras, que sean las verdades, lo correcto, de nuestro programa. Ayúdame Dios, a reconcentrarme en busca de Tu amorosa guía, de manera que lo que diga sea verdaderamente amoroso, bondadoso, útil y sanador, pero lleno de humildad y despejado de cualquier matiz de superioridad.Tal vez hoy tenga que enfrentar palabras o actitudes desagradables características del alcohólico. Si esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de vista de compostura, fortaleza y sensibilidad.
Algunas horas después me despedí del Dr. Bob . . . Su maravillosa y amplia sonrisa estaba en su rostro cuando me dijo en forma casi divertida, "Recuerda, Bill, no echemos esto a perder. ¡Mantengámoslo simple!" Yo salí sin poder pronunciar una palabra. Esta fue la última vez que lo vi.A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 217Después de años de sobriedad, de vez en cuando me pregunto a mí mismo: "¿Es posible que sea tan sencillo?" Luego, en las reuniones, veo a los escépticos y a los desengañados de años pasados que han logrado salir del infierno siguiendo el camino de A.A., dividiendo sus vidas, sin alcohol, en segmentos de 24 horas, durante las cuales practican unos cuantos principios lo mejor que pueden. Y de nuevo me doy cuenta de que, aunque no sea siempre fácil hacerlo, si lo mantengo sencillo, funciona.. . . no somos una partida de malhumorados. Si los recién llegados no pudieran ver la alegría que hay en nuestra vida, no la desearían. Tratamos de no caer en el escepticismo en lo que se refiere a la situación de las naciones y de no llevar sobre nuestros hombros las dificultades del mundo.Cuando mi casa está en orden, los distintos aspectos de mi vida me resultan más manejables. Despojado del manto de culpa y remordimientos que encubría mis años de bebedor, me veo en la libertad de desempeñar el papel que me corresponde en el universo; pero esta condición requiere mantenimiento. Debo parar a preguntarme, ¿Ya me estoy divirtiendo? Si me resulta difícil o penoso responder a esta pregunta, tal vez me tome demasiado en serio - y me resulte difícil admitir que me he desviado de la práctica de trabajar en el programa para mantener mi casa en orden. Me parece que los dolores que experimento son una forma en la que mi Poder Superior me llama la atención, urgiéndome a que evalúe mi actuación. El poco tiempo y esfuerzo que cuesta trabajar en el programa - por ejemplo, hacer un inventario o hacer reparaciones, lo que sea apropiado - te compensa con creces.
Hay acción y más acción. "La fe sin obras es fe muerta" . . . Ser servicial es nuestro único propósito.ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 82-83Ya sé que el servicio es una parte vital de la recuperación, pero frecuentemente me pregunto, "¿qué puedo hacer yo?" ¡Simplemente empezar con lo que tengo hoy! Miro a mi alrededor para ver dónde hay una necesidad. ¿Están llenos los ceniceros? ¿Tengo yo pies y manos para vaciarlos y limpiarlos? ¡De repente me veo participando! El mejor orador puede hacer el peor café; el miembro que es mejor con los recién llegados puede que no sepa leer; el que esté deseoso de hacer la limpieza puede que haga un desbarajuste con la cuenta del bando - sin embargo, cada una de estas personas y de estos oficios son esenciales para un grupo activo. El milagro del servicio es éste: Cuando yo uso lo que tengo, me encuentro provisto de más de lo que nunca hubiera podido sospechar.
UNOS A OTROS - LO QUE NECESITAMOS. . . A.A. le dice a todo verdadero bebedor: "Usted es miembro de A.A. si usted lo dice . . . nadie puede impedírselo".DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 147Durante muchos años, cuando reflexionaba sobre la Tercera Tradición ("El único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber"), me parecía ser de valor solamente para los principiantes. Les servía como garantía de que nadie les podría excluir de A.A. Hoy me siento profundamente agradecido por el desarrollo espiritual que esta Tradición me ha traído. No voy buscando a la gente claramente diferente a mí. La Tercera Tradición, que hace resaltar la única forma en que la otra gente y yo nos parecemos, me ha hecho posible conocer y ayudar a todo tipo de alcohólico, quienes igualmente me han ayudado a mí. Carlota, una atea, me enseñó un más alto criterio del honor y de la ética; Carlos, que es de otra raza, me enseñó la paciencia; Patricio, un homosexual, me conducía por su ejemplo a la verdadera compasión; la joven María dice que el verme en las reuniones, con treinta años de sobriedad, le hace seguir volviendo. La Tercera Tradición aseguraba que se satisfaría lo que necesitábamos - los unos a los otros.
¿Quién desea ser rigurosamente honesto y tolerante? ¿Quién quiere confesar sus defectos a otra persona, o reparar todos los daños que ha ocasionado? ¿A quién le interesa someterse a un Poder Superior, y aun menos pensar en la oración y la meditación? ¿Quién desea sacrificar su tiempo y energía para tratar de llevar el mensaje de A.A. a otra persona que esté sufriendo? No, al alcohólico común y corriente, egocéntrico en extremo, no le interesa esta perspectiva, a menos que se vea obligado a ella para salvar su vida.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 26Yo soy alcohólico. Si bebo me moriré. ¡Santo Cielo, qué poder, qué energía y qué emoción genera en mí esta simple declaración! Pero realmente, es todo lo que yo necesito saber hoy. ¿Estoy deseoso de permanecer vivo hoy? ¿Estoy dispuesto a mantenerme sobrio hoy? ¿Estoy dispuesto a pedir ayuda y estoy dispuesto a dar ayuda a otro alcohólico que esté sufriendo hoy? ¿Me doy cuenta de la naturaleza mortal de mi situación? ¿Qué debo hacer hoy, para permanecer sobrio?
Tuvimos que dejar de echar la culpa a otras personas.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 50Cuando llego a estar dispuesto a aceptar mi propia impotencia, empiezo a darme cuenta de que el echarme a mí mismo la culpa de todos los problemas de mi vida puede ser una especie de engreimiento que me precipitaría nuevamente a la desesperación. El pedir ayuda y escuchar atentamente los mensajes inherentes en los Pasos y en las Tradiciones, hacen posible cambiar esas actitudes que retardan mi recuperación. Antes de unirme a A.A. tenía tal deseo de aprobación por parte de personas en posición de poder, que estaba dispuesto hasta sacrificarme a mí mismo y a otros para ganarme un puesto en el mundo. Invariablemente fracasaba. En el programa tengo verdaderos amigos que me aman, que me entienden, que se interesan en ayudarme a descubrir la verdad acerca de mí mismo. Con la ayuda de los Doce Pasos, yo estoy capacitado para construirme una mejor vida, cubre de culpabilidad y de necesidad de auto-justificación.
El mostrarle a otros que sufren cómo se nos ayudó, es precisamente lo que hace ahora que la vida nos parezca de tanto valor. Confíe en la idea de que el tenebroso pasado, estando en manos de Dios, es su más preciada posesión, clave de la vida y de la felicidad de otros. Con ella puede usted evitarles a otros la muerte y el sufrimiento.Qué regalo es para mí darme cuenta de que todos aquellos años de aparente inutilidad, no fueron desperdiciados. Las experiencias más degradantes y humillantes acaban convirtiéndose en las herramientas más poderosas para ayudar a otros a recuperarse. Por conocer las profundidades de la vergüenza y de la desesperación, puedo ofrecerles una mano cariñosa y compasiva y saber que la gracia de Dios está siempre a mi alcance.
La vida tendrá un nuevo significado. Ver a las personas recuperarse, verlas ayudar a otras, ver cómo desaparece la soledad, ver una agrupación desarrollarse a tu alrededor, tener una multitud de amigos - ésta es una experiencia que no debe perderse. Sabemos que no querrás perdértela. El contacto frecuente con recién llegados y entre unos y otros es el punto luminoso de nuestras vidas.Saber que todo recién llegado con quien comparta tiene la oportunidad de experimentar el alivio que yo he encontrado en esta Comunidad, me llena de alegría y gratitud. Siento que todas las cosas descritas en A.A. les sucederán a ellos, así como me han sucedido a mí, si ellos aprovechan la oportunidad y abrazan el programa de todo corazón.
Vamos a conocer una nueva libertad . . .Para mí el ser libre significa tanto la liberación de como la libertad para. Primero disfruto de la liberación de la esclavitud del alcohol. ¡Qué alivio! Luego, empiezo a experimentar la liberación del temor - temor a la gente, de la inseguridad económica, del compromiso, del fracaso, del rechazo. Entonces, empiezo a disfrutar de la libertad para - la libertad para optar por la sobriedad, para ser quien soy, para expresar mi opinión, para experimentar la paz del espíritu, para amar y ser amado, y la libertad para desarrollarme espiritualmente. Pero ¿cómo puedo ganar estas libertades? El Libro Grande dice claramente que aun antes de hacer la mitad de mis reparaciones empezará a conocer una "nueva" libertad, que no es la vieja libertad para hacer lo que más me complaciera, sin consideración alguna de los demás, sino una nueva libertad que hace posible que las promesas de mi vida se hagan realidad. ¡Qué alegría ser libre!
NUESTRO BIENESTAR COMÚN TIENE LA PREFERENCIALa unidad de Alcohólicos Anónimos es la cualidad más preciada que tiene nuestra Sociedad . . . Nos mantenemos unidos o A.A. muere.DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 135Nuestras Tradiciones son los elementos clave en el proceso de desinflar el ego necesario para lograr y mantener la sobriedad de Alcohólicos Anónimos. La Primera Tradición me recuerda que no debo atribuirme el mérito ni la autoridad por mi recuperación. El anteponer a todo nuestro bienestar común me recuerda no convertirme en un curandero en este programa; yo soy todavía uno de los pacientes. Modestos veteranos construyeron la sala de hospital. Sin ella, yo dudo que estuviera vivo. Sin el grupo, pocos alcohólicos se recuperarían.Mi participación activa en una renovada entrega de la voluntad me hace posible alejarme de la necesidad de dominar y del deseo de reconocimiento, los cuales desempañaron un papel muy significativo en mi alcoholismo activo. Supeditar mis deseos personales al desarrollo del grupo contribuye a la unidad de A.A. que es crucial para toda recuperación. Contribuye a que tenga presente que el total es mayor que la suma de sus partes.
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