miércoles, 1 de junio de 2011

Situación actual del consumo en España

España ocupaba en el año 20031 el sexto lugar en el ranking de consumo mundial de alcohol, con 10 litros de alcohol puro per cápita, por delante de Bélgica, Suiza, Chipre, Francia, Austria, Dinamarca, Portugal y Reino Unido.


No obstante hay que señalar que igual que ha ocurrido en otros países del Sur de Europa, el consumo de bebidas alcohólicas ha disminuido de manera notable en los últimos años, especialmente a expensas de una disminución en el consumo de vino. Así pues, en los últimos 25 años, este consumo de alcohol per cápita se ha reducido en un 25%, estabilizándose por debajo de 10 l per cápita y año.

La mayor parte de los daños y costes socio-sanitarios asociados al alcohol se producen en sujetos consumidores aparentemente no dependientes. Los estudios señalan que un buen número de urgencias y de ingresos hospitalarios junto con los accidentes mortales de tráfico están asociados al consumo de alcohol.

Por otra parte, Portella y sus col. (1998) cifran el coste económico global estimado del consumo de alcohol en España en alrededor de 3.800 millones de euros.

Las Encuestas Domiciliarias sobre Abuso de Drogas en España (EDADES) 1995-20054 realizadas por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD), dirigidas a la población de 15 a 64 años, ponen de manifiesto que el alcohol sigue siendo la sustancia psicoactiva con un consumo más extendido entre la población española.

De hecho, en 2005, un 93,7% de la población de 15-64 años lo había tomado alguna vez en la vida, un 76,7% en los últimos 12 meses, un 64,6% en los últimos 30 días, y un 14,9 diariamente en este mismo último período.


Por edad, la prevalencia de consumo en los últimos 12 meses era máxima entre los 15 y los 24 años (80,0%), descendiendo ligeramente con la edad hasta los 55-64 años (68,6%).

En la tabla 1 se muestran las prevalencias de consumo de alcohol en distintos periodos de referencia:



TABLA 1. Prevalencia de consumo de alcohol en población
de 15 a 64 Años (%). España, 1995-2005
  Alguna vez en la vida    —    90,6    87,3    89,0    88,6    93,7
  Alguna vez en el último año    68,5    78,5    75,2    78,1    76,6    76,7
  Alguna vez en el último mes    —    64,0    61,8    63,7    64,1    64,6
  Diariamente el último mes    —    12,7    13,7    15,7    14,1    14,9

Fuente: Encuesta EDADES, 1995-2005. DGPNSD.



Un 19,8% de los encuestados en 2005 se había emborrachado durante los últimos 12 meses con diversa frecuencia frente a un 20,8% en 2003. Esta conducta aumentó en todos los grupos de edad y en ambos sexos en el período 1997-2003, mostrando un leve descenso a partir de ese año (Figura 2).


Así, entre la población de 15-34 años, la prevalencia de borracheras en los 12 meses anteriores a la encuesta pasó de un 29,3% en 1997 a un 31,2% en 2003, y 30,9% en 2005, mientras que en el grupo de 35 a 64 años se mantuvo en niveles considerablemente inferiores, pasando de 10,2% en 1997 a 11,3% en 2005. La evolución de las prevalencias en estas poblaciones se muestran desagregadas por sexo en la figura 3.

Se considera «bebedores de riesgo», a aquellos consumidores de bebidas alcohólicas que sobrepasan una cierta cantidad de alcohol al día, que es de 50 cc de alcohol puro o más en el caso de los hombres y de 30 cc o más en el de las mujeres (5 y 3 Unidades de Bebida —UBEs/día respectivamente). Con este criterio, en 2005 el 5,5% de la población entre 15 y 64 años, era bebedora de riesgo, porcentaje prácticamente idéntico al de 2003 (5,3%).

Este porcentaje es mayor en 2005 en hombres (6,5%) que en mujeres (4,1%). En cuanto a la edad, la proporción es ligeramente superior entre la población de 15 a 34 años (5,8%), que entre la de 35 a 64 (5,3%) y es en concreto en el intervalo de edad de 25 a 34 años, donde se concentra el mayor porcentaje de bebedores de riesgo (6,0%), aunque con diferencias muy poco significativas, respecto del resto de intervalos de edad. En la figura 4 se observa la tendencia temporal de bebedores de riesgo.


Las Encuestas Estatales sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES), también conocidas como Encuesta Escolar, dirigidas a estudiantes de 14 a 18 años, realizadas por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional de Drogas (DGPNSD), cuyos últimos datos publicados corresponden al año 20044, señalan que el alcohol sigue siendo la sustancia más consumida entre los jóvenes de estas edades.

En 2004, un 82,0% de los jóvenes declara haberlo consumido alguna vez en la vida, un 81,0% durante los doce meses previos a la encuesta y un 65,6% durante los treinta días previos a la misma (Figura 5).


En cuanto al consumo habitual, un 47,3% había consumido alcohol mas de 8 días en los 30 días previos (51,8% en hombre y 42,8% en mujeres). El consumo intenso expresado en la prevalencia de borracheras en los últimos 30 días es del 34,8%. Es decir uno de cada 3 menores de 14 a 18 años en el 2004, manifiesta haberse emborrachado en los 30 días previos a la encuesta.

Un estudio multicéntrico5 en 17 hospitales españoles realizado en 2001 y 2002 por el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría pone de manifiesto que la ingesta de alcohol y drogas ilícitas es la causa mas frecuente de intoxicaciones en el grupo de 14 a 18 años seguida muy de cerca por los fármacos.

Como podemos observar en la tabla 2, entre los estudiantes de 14 a 18 años las prevalencias entre sexos en los consumos experimentales y ocasionales son similares, pero a medida que el consumo es más frecuente o intenso está más extendido en los chicos que en las chicas.

En este sentido y con referencia al consumo de riesgo, es importante resaltar que la prevalencia de intoxicaciones etílicas (borracheras) en los últimos 30 días pasó de un 21,7% en 1994 a un 37,0% en 2004 para el caso de los varones, y de un 19,8% a un 32,5% en el mismo periodo en el caso de las mujeres (Figura 6).


En 2004 la edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los estudiantes de 14 a 18 años fue de 13,7 años y de 15,1 años el inicio en el consumo semanal.

Como es lógico la edad determina la extensión del consumo en este
grupo de 14 a 18 años, observándose importantes diferencias entre los
14 y los 18 años, especialmente en el consumo más frecuente e intenso.

Así, centrándonos en los 30 días previos a la entrevista, la prevalencia de consumo durante más de 8 días fue de 20% entre los estudiantes de 14 años frente a un 66,6% entre los de 18 años, y la prevalencia de borracheras y de consumo de riesgo de 13,9% y de 4,4%, respectivamente, entre los primeros, y de 47,8% y 23,3% entre los segundos, luego se puede concluir que la prevalencia del consumo problemático aumenta con la edad en este grupo.

En el conjunto de los encuestados, la proporción de consumidores durante los fines de semana fue más elevada que durante los días laborables. De hecho, en 2004, en los 30 días previos a la encuesta un 65,6% de los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años había consumido bebidas alcohólicas en fines de semana (viernes, sábado o domingo), mientras que en días laborables (de lunes a jueves) sólo lo había hecho un 20,3%. Esta concentración del consumo en los fines de semana es más marcada que en el conjunto de la población de 15-64 años. Por tanto se puede afirmar que el consumo en menores se concentra en los fines de semana.

Si bien como se ha comentado anteriormente no se observaron diferencias significativas por sexos en la prevalencia de consumo de bebidas alcohólicas en los últimos 30 días, tampoco lo fueron en la prevalencia de consumo en fin de semana en dicho período. Sin embargo, la prevalencia de consumo en días laborables fue más alta en hombres (26,5%) que en mujeres (14,1%).
Las características generales del consumo de alcohol entre los estudiantes de Enseñanzas Secundarias de 14-18 años que se han descrito de un modo general pueden verse más detalladamente en la tabla 2.

En cuanto a la edad en el caso de la prevalencia de consumo en fin de semana en 2004 el mayor aumento se producía entre los 14 y los 16 años hasta situarse en cifras superiores al 70% en esta última edad.

Este patrón de consumo viene también confirmado por la cantidad de alcohol consumida en fin de semana o en día laborable. Entre los consumidores de alcohol en los 30 días previos a la encuesta, la cantidad media de alcohol consumida en día laborable es de 5,9 c.c. de alcohol puro y 68,8 c.c. de media diaria durante el fin de semana. De hecho, el 48,5% de los consumidores de los últimos 30 días beben 100 o más c.c.
de alcohol puro durante el fin de semana. La cantidad de alcohol consumida es superior en los chicos que en las chicas.

Las bebidas de consumo más extendido entre los encuestados en fines de semana fueron con mucha diferencia los combinados/cubatas (el 58,4% de los consumidores en los últimos 30 días, los había consumido algún fin de semana en el mes previo). En segundo lugar se situaba la cerveza/sidra (34,1%) y a continuación los licores fuertes, el vino/champán y los licores de fruta (Figura 7).


Por lo que respecta al lugar habitual de consumo durante el fin de semana, predominan los locales públicos de ocio como bares, cafeterías, discotecas, pubs (el 81% consume habitualmente en estos lugares), los espacios abiertos como calles o parques (47,5%) y en casa con los amigos (28,6%).

También se constata una intensa asociación entre el consumo de alcohol y otras drogas (policonsumo), con el peligro de la potenciación de los efectos perjudiciales para la salud de los que consumen estas drogas. Las interacciones que se producen entre el alcohol y otras sustancias psicoactivas se tratan con detalle en el capítulo de farmacología y metabolismo del alcohol.

Los consumidores de alcohol, son también con mayor frecuencia consumidores de otras sustancias, y los que no han consumido alcohol son en mucha menor medida consumidores de otras drogas. En la tabla 3 se puede apreciar dicha asociación observando la diferencia de las prevalencias de consumo de cannabis, cocaína y éxtasis entre los que han consumido bebidas alcohólicas en los últimos 30 días y los que no lo han hecho.



En la figura 8, se observa con detalle la presencia casi universal del alcohol en los jóvenes que dicen que han consumido otras sustancias psi-coactivas en los últimos 30 días.

A pesar de ello, son pocos los jóvenes que perciben que consumen bastante o mucho alcohol, lo que muestra la escasa conciencia que tienen del riesgo que asumen. En 2004 un 9% de los estudiantes de 14 a 18 años consideraba que bebía bastante o mucho, frente a un 51,6 % que consideraba que bebía poco o lo normal.


Un factor que se asocia al consumo es la disponibilidad percibida, esto es, el grado de facilidad/dificultad para conseguir bebidas alcohólicas que tienen los jóvenes. En este sentido, en el año 2004 un 93,8% de los estudiantes de 14-18 años pensaban que les sería fácil o muy fácil conseguir bebidas alcohólicas si quisieran.

Otro factor asociado al consumo, pero esta vez en sentido inverso, es la percepción del riesgo, a través de la que se expresa el grado en que se atribuye a una conducta un supuesto peligro para la salud. Así, en 2004, sólo un 41,2% de los jóvenes de 14 a 18 años consideran que el consumo de 5-6 cañas/copas durante el fin de semana puede ocasionarles problemas. De lo que podemos deducir que el consumo de alcohol para este grupo de población es una conducta considerada como «normal».

Los jóvenes beben grandes cantidades de alcohol, siendo cada vez más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos periodos de tiempo, dando lugar a un patrón de consumo muy concreto denominado en inglés «binge drinking» (consumo de 5 o más bebidas en una sola ocasión), y entre nosotros «en atracón», que se encuentra generalizado en muchos de los países de nuestro entorno.

El actual fenómeno del «botellón» y la versión masiva de éste, el «macrobotellón», son entornos apropiados para el desarrollo de este tipo de consumo abusivo.
La frecuencia de salidas nocturnas, y el horario de regreso a casa son aspectos íntimamente relacionados con el consumo abusivo y específicamente con las borracheras, como se puede apreciar en la tabla 4.

Es interesante analizar en este tema cuales son las motivaciones que los propios jóvenes expresan en relación al consumo de bebidas alcohólicas y también aquellas que tienen los que no las consumen. En relación con los motivos para consumir, los estudiantes declaran principalmente que lo hacen porque les gusta su sabor (71,0%) y por diversión y placer (63,6%), para sentir emociones nuevas (15,2%) sólo un 15% declara hacerlo para olvidar los problemas personales y un 14,6% para superar la timidez y relacionarse mejor. (Tabla 5). Entre las razones para no beber destacan los efectos negativos para la salud (57,3%) y la pérdida de control (42,5%).

En los jóvenes, las consecuencias negativas derivadas del consumo de alcohol suelen referirse a alteraciones de las relaciones con la familia, compañeros y maestros, bajo rendimiento escolar, agresiones, comportamientos violentos, alteraciones del orden público y conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, actividades sexuales de riesgo que conllevan embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual que incluyen hepatitis B o C y Sida.

A este respecto cabe señalar los datos de la encuesta del 2004 sobre estos problemas. Un 30,5% de los estudiantes declararon haber sufrido algún problema o consecuencia negativa por consumir bebidas alcohólicas a lo largo de su vida. Los problemas citados más frecuentemente son problemas de salud en un 12,8% de los estudiantes, riñas y discusiones u otro conflicto sin agresión (11,8%), conflictos o discusiones con los padres o hermanos (10,2%), problemas económicos (9,2%) y peleas o agresiones físicas (6,8%) (Tabla 6). Estos índices aumentan a medida que aumenta la edad de los estudiantes.


Como se acaba de señalar, uno de los efectos del consumo de alcohol por los jóvenes durante el fin de semana se refiere a la posibilidad de accidentes de tráfico. El 18,1% de los estudiantes de 14 a 18 años que habían consumido alcohol en los doce meses previos a la encuesta había sido durante ese período conductor o pasajero de un vehículo conducido por alguien que estaba bajo los efectos del alcohol.

En los últimos tiempos y en relación con estos datos sobre consumo de alcohol, ha aumentado el interés por el estudio específico de los efectos perjudiciales sobre la salud de los jóvenes derivados del consumo de alcohol, que serán comentados en otros capítulos.

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