Alrededor del 10% de los bebedores de alcohol desarrollan una adicción al alcohol, y de ellos el 4%, lo harán a los 5 años del inicio del consumo24. La adicción al alcohol aparece tras el consumo crónico de cantidades abusivas de alcohol y, al igual que el resto de las adicciones a drogas, es el resultado de la interacción entre las características farmacológicas de la sustancia (en este caso el alcohol), el individuo que la consume (variables individuales, como por ejemplo características genéticas) y la sociedad (hábitos de consumo de alcohol, disponibilidad y accesibilidad a las bebidas alcohólicas, etc.).
A continuación se revisan los conocimientos actuales sobre las bases neurobiológicas y los factores genéticos implicados en la adicción al alcohol.
1. Neurobiología de la adicción al alcohol
Aunque en el tejido cerebral no se han aislado receptores específicos para el alcohol, parece ser que el alcohol, como todas las sustancias capaces de desarrollar adicción, produce euforia por su acción sobre el centro del placer y la recompensa. Además con su consumo continuado se desarrollan tolerancia y dependencia farmacológicas.
1.1. El consumo de alcohol activa los centros del placer
El alcohol actúa sobre el centro del placer y la recompensa del Sistema Nervioso Central (SNC), aumentando la liberación de dopamina. Los mecanismos por los que el alcohol activa la vía dopaminérgica no están totalmente establecidos, y parece ser que el alcohol estimularía esta vía de forma indirecta, a través de su acción sobre diferentes sistemas de neurotransmisión, fundamentalmente los sistemas GABA-érgico, opioide endógeno, glutamatérgico y el serotoninérgico. Esta sensación de placer inducida por el consumo del alcohol, se acompaña de un mensaje, que se imprime en el cerebro y es memorizado. Esta memoria actúa como un refuerzo de la conducta de búsqueda de un nuevo consumo cuando se disipa la acción euforizante del alcohol.
1.2. Tolerancia al alcohol
La tolerancia se define como la necesidad de beber cada vez más cantidad de alcohol para conseguir los mismos efectos. Si no se aumenta la cantidad, disminuyen los efectos del alcohol. La aparición de tolerancia indica que ya se han producido cambios en el cerebro (neuroadaptación) debido al consumo del alcohol, y en su desarrollo intervienen fundamentalmente los sistemas glutamatérgico y GABA-érgico.
El sujeto puede interpretar erróneamente la tolerancia cómo que es más resistente al alcohol, cuando en realidad significa que ya se han puesto en marcha los mecanismos de la adicción al alcohol.
1.3. Dependencia física del alcohol
La dependencia fisiológica del alcohol es el resultado de los fenómenos de neuroadaptación que han tenido lugar en el cerebro durante el proceso de consumo crónico del alcohol. Así, al parar bruscamente o disminuir de forma importante la ingesta del alcohol tras un consumo crónico, se produce una hipersensibilidad del cerebro que da lugar a la aparición de un conjunto de signos y síntomas clínicos desagradables, denominado síndrome de abstinencia del alcohol. Este síndrome es el resultado de los cambios a largo plazo que se han producido sobre todo en los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato) y GABA (Ácido Gamma Amino Butírico).
El síndrome de abstinencia del alcohol se caracteriza por presentar molestias como náuseas (con frecuencia por la mañana), temblores (sobre todo en las manos) y ansiedad que se calman cuando se bebe alcohol. Cuando el síndrome de abstinencia es más grave, pueden aparecer otros síntomas como aumento de la sudoración y de la frecuencia cardiaca, inquietud y finalmente el Delirium Tremens. En la tabla 15 se describen las principales características clínicas del síndrome de abstinencia de alcohol.
El máximo exponente del síndrome de abstinencia del alcohol es el denominado Delirium tremens, que es un estado agudo fluctuante, caracterizado por la disminución del nivel de conciencia o confusión (delirium), la aparición de alucinaciones (trastornos de la percepción en la que típicamente el sujeto ve animales, cosas, etc., que no existen) y el temblor. Suele acompañarse de agitación, insomnio e hiperactividad vegetativa (sudoración profusa, hipertermia, hipertensión arterial, etc.), que pueden llevar a la muerte si no se trata adecuadamente.
TABLA 15. Características clínicas del síndrome de abstinencia del alcohol
* Ansiedad
* Temblor en las manos
* Náuseas
* Sudoración
* Taquicardia
* Alteración del estado de consciencia
* Alucinaciones visuales, táctiles, auditivas transitorias
* Insomnio
* Inquietud, agitación
* Crisis epilépticas
2. Vulnerabilidad genética. Sujetos de riesgo
Los estudios de familias, gemelos y en hijos de alcohólicos adoptados por familias sin antecedentes de alcoholismo, muestran claramente que la genética juega un papel muy importante en el desarrollo de la adicción al alcohol, de forma que entre los descendientes de padres alcohólicos hay cuatro veces más riesgo de desarrollar dependencia del alcohol.
La predisposición a desarrollar alcoholismo incluye factores que actúan a distintos niveles. Algunos están directamente relacionados con el efecto del alcohol en el sujeto y otros con la presencia de otras enfermedades o trastornos de personalidad (por ejemplo, el trastorno de personalidad antisocial), que suelen coexistir en pacientes con alcoholismo y que también tienen su propia heredabilidad.
Entre los factores relacionados con el efecto del alcohol se pueden distinguir aquellos implicados en los mecanismos de refuerzo del alcohol, que hacen que el consumo de alcohol sea especialmente placentero para el sujeto; es el caso de los genes implicados en sistemas de neuro-transmisión en los que actúa el alcohol, en el sistema nervioso central (GABA (ácido gamma-aminobutírico), opioide endógeno, dopaminérgico, serotoninérgico), de forma que facilita el consumo del mismo. Por otro lado, se encuentran los genes que intervienen en la manera como el organismo metaboliza el alcohol (genes de la alcohol-deshidrogenasa y la aldehído-deshidrogenasa), que pueden modificar la aparición de síntomas desagradables cuando se ingiere alcohol (por ejemplo, náuseas) y por tanto actuar como factores protectores para desarrollar alcoholismo.
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