Al abordar este tema, la primera cuestión surge de manera automática: ¿Qué se entiende por adicción al sexo? “Se suele definir como la necesidad impulsiva de mantener conductas de sexo repetitivo y mecánico. Sin embargo, existe un problema terminológico y, en lugar de adicción, algunos lo describen como un impulso sexual, excesivo y descontrolado”, aclara el Dr. Farré. Este impulso viene marcado por la biología de cada persona, pero también está influido por muchos otros factores externos.
Existen algunos mecanismos que, aunque no son determinantes, favorecen la adicción. Valores sociales como el consumismo o la importancia de la imagen pueden influir en las conductas adictivas, pero también algunos tipos de personalidad. Así, las personas con baja autoestima o intolerancia a las frustraciones tienen mayores probabilidades. También aquellas personas muy impulsivas o los llamados buscadores de sensaciones: “Son individuos que no soportan la rutina y buscan constantemente el placer, neurológicamente viene marcado por un neurotransmisor llamado dopamina. Además, estas personas parecen tener menos serotonina, neurotransmisor que regula el estado de ánimo y actúa como freno de algunas conductas, y menos betaendorfinas, la sustancia que transmite en el cerebro la sensación de relax y saciedad que surge tras la actividad física o la sexual”, señala el investigador.
En cualquier caso, la conducta sexual se transforma en un problema cuando “el impulso no se puede controlar y se convierte en una agonía porque el afectado no puede pensar en otra cosa. Se transforma en una verdadera esclavitud, que suele acompañarse de una gran culpabilidad. Sin embargo, este sentimiento de culpa queda enterrado por la fuerza del impulso que vuelve a imponerse. A la larga, esta situación puede afectar a la vida familiar, la economía y la salud, con las enfermedades de transmisión sexual”, explica el Dr. Farré.
La adicción al sexo pertenece al grupo de las adicciones comportamentales, es decir que no están dirigidas a algún tipo de droga. Sin embargo, pese a la ausencia de sustancias tóxicas, este tipo de trastornos también presentan síndrome de abstinencia: “En los adictos a estos comportamientos también surgen comportamientos propios de las personas enganchadas a las drogas como irritabilidad, náuseas, insomnio, temblores y, sobre todo, ansiedad”, subraya el neuropsiquiatra.
La conferencia del Dr. Farré también analizó los diversos tratamientos que se emplean en los casos de adictos al sexo. El experto del IU Dexeus destacó que la castración química “prácticamente no se utiliza” y se suele aplicar un tratamiento psicológico: “Para llevarlo a cabo, el primer paso ha de ser aceptar que se tiene un problema y tomar conciencia de algunas actitudes típicas de los adictos como la minimización o la creencia de que lo pueden controlar”, resalta. Entre las medidas concretas se pueden señalar “la mejora de las habilidades sociales, las terapias de reestructuración de pensamiento o las terapias de grupo, como los Adictos Anónimos al Sexo y al Amor”.
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