Rendimiento psicomotor. El alcohol produce cambios profundos en el rendimiento psicomotor que son bien conocidos y que conducen a un deterioro de la capacidad de conducir vehículos con guridad.
El alcohol aumenta el tiempo de reacción, es decir el tiempo que tarda una persona, después de percibir una sensación o recibir una información, en decidir que debe hacer y como actuar.
También afecta la coordinación bimanual, la atención (concentrada y dividida) y la resistencia a la monotonía.
Además altera la capacidad para juzgar la velocidad, la distancia y la situación relativa del vehículo, así como la habilidad para seguir una trayectoria o hacer frente a lo inesperado. Todo ello provoca una grave alteración en la capacidad de conducir con seguridad e incrementa el riesgo de accidente.
Visión y oído. El alcohol deteriora la acomodación y la capacidad para seguir objetos con la vista, el campo visual se reduce, se perturba la visión periférica y se retrasa la recuperación de la visión después de sufrir deslumbramiento. También altera la capacidad de distinción entre los sonidos.
Comportamiento y conducta. Aunque el alcohol produce un marcado deterioro de las funciones cognitivas y psicofísicas, el afectado no es consciente de estos cambios. El sujeto muchas veces explica una sensación subjetiva de mayor seguridad en sí mismo.
Bajo los efectos del alcohol son frecuentes las reacciones de euforia, agresividad, conductas temerarias y violentas.
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