miércoles, 1 de junio de 2011

Alcohol y Accidentes

El consumo de bebidas alcohólicas se asocia a un incremento de morbilidad y mortalidad tanto a consecuencia de accidentes relacionados con el alcohol como por una serie de procesos patológicos ligados al consumo de bebidas alcohólicas (muerte súbita, cáncer, etc.).

Analizar la relación causal entre el consumo de alcohol y las causas de muerte nos exige recordar qué entendemos por causa de un proceso, que no es otra que: «La combinación de factores necesarios y suficientes atribuibles a una exposición, en presencia de los cuales, solos o combinados, y durante algún tiempo de la vida, conducen inevitablemente a la enfermedad o a la muerte en aquel individuo».

Cuando se investiga la etiología de un proceso patológico, lo que se intenta es encontrar una asociación entre una variable dependiente (enfermedad, lesión, efecto) y una variable independiente característica. En nuestro análisis nos centraremos en el consumo de bebidas alcohólicas como factor de riesgo significativo en una serie de causas de muerte.


1. Accidentes de tráfico
En el caso de los accidentes de tráfico, sin entrar en el debate de si el alcohol se comporta como causa fundamental o bien como factor de riesgo asociado (factor predisponente, factor desencadenante, etc.), son muy amplias las referencias sobre la presencia de alcohol en sangre en las víctimas de los accidentes de tráfico.

Las evidencias científicas han establecido que el riesgo de accidente aumenta con los niveles de alcoholemia89,90,91,92,93,94,95. Los datos dibujan un escenario incontestable sobre la presencia del alcohol en los accidentes de tráfico y el incremento objetivo del riesgo que supone su consumo durante la conducción.

El riesgo de un accidente con cifras de alcoholemia entre 0,2 g y 0,4 g/l es de 1,4 veces superior, con cifras entre 0,5 y 0,9 g/l es 11,1 veces superior, para 1,4 g/l, 48 veces superior y a partir de 1,5 g/l el riesgo estimado es de 380 veces superior93. Es muy ilustrativa la curva de Freudenberg donde se reflejan las relaciones entre las cifras de alcoholemia y el riesgo de sufrir un accidente.

En un estudio del Instituto Nacional de Toxicología realizado en nuestro país96 sobre 5.745 fallecidos por accidentes de tráfico entre 1991 y 2000, se detectó alcohol en sangre en el 38,2% como única sustancia y en el 4,4% asociada a otros tóxicos. Estas cifras muestran un descenso ligero en relación con estudios previos de estos mismos autores.

En un trabajo realizado en Australia97, sobre 3.398 conductores fallecidos por accidentes de tráfico, en el 42,4% de los casos se detectó alcohol en sangre, y estos mismos autores, establecen una odds ratio de 3,7 (I.C 95%: 1,5-9,1) con concentraciones de alcohol en sangre entre 0,1 g/l y el 0,15 g/l; es decir que con dichas concentraciones de alcohol ensangre una persona que conduce tendrá 3,7 veces más riesgo de tener un accidente de trafico con consecuencias fatales.

Un estudio realizado en Chequia sobre todos los cadáveres autopsiados fallecidos por accidentes de tráfico a lo largo del 200398, se detectaron valores de alcohol en sangre iguales o superiores a 0,2 g/l en 214 casos (39,1%) sobre 548 casos analizados. En Escocia, Seymour y col (1999)99, han demostrado que el alcohol era el principal factor causal en los accidentes de tráfico mortales. Datos similares podemos encontrar en el resto de las publicaciones realizadas en otros países europeos y en los Estados Unidos de América.

En un trabajo realizado por Longo y col. (2000)100 donde se analiza el papel de las distintas sustancias tóxicas en la génesis de accidentes de tráfico, el alcohol como única sustancia ocupa un papel muy significativo. En otro realizado en Francia con un diseño de casos-controles101 sobre 900 conductores que habían sufrido un accidente y sus correspondientes controles (Tabla 20), queda claramente subrayado el papel significativo del consumo de bebidas alcohólicas.


2. Muertes violentas

La presencia del alcohol resulta relevante en los fallecimientos por otras  causas de muerte violenta distintas a los accidentes de tráfico como son accidentes, suicidios, homicidios, etc.

En un estudio realizado en 14 países europeos110 se muestra que existe una mayor relación entre la tasa de homicidios y las ventas de alcohol en los países del norte de Europa con relación a los países del sur, quizás ligados al modelo de consumo de grandes cantidades de alcohol en cada episodio de consumo. Resultados similares han sido obtenidos por Skog (2001)111, que encuentra una relación entre el consumo de alcohol y los accidentes mortales de tráfico en los países de Europa central y del sur, y por caídas y otros accidentes (con exclusión de los accidentes de tráfico) en los países del norte de Europa.

En Canadá, Skog (2003)112 observó que el incremento en el consumo «per capita» de 1 litro de alcohol supone un incremento de la mortalidad por accidentes de 5,9 entre los hombres y de 1,9 en las mujeres (por 100.000 habitantes).

En relación a los suicidios, en un reciente estudio realizado en Irlanda113, detectaron la presencia de alcohol en sangre en el 40% de los fallecidos por accidente de tráfico y en el 55% de los suicidios. Cuando los fallecidos tenían una edad inferior a los 30 años tenían una mayor probabilidad de tener alcohol en sangre (p<0,002), y las concentraciones eran significativamente superiores (191,5 mg/100 ml de media en los menores de 30 años y de 84,0 mg/100 ml para los de edades superiores).

Otra investigación, esta vez en Rusia114 en la ciudad de Izhevsk, sobre los fallecidos de sexo masculino (de edades comprendidas entre 20 y 55 años) por diversas causas, observaron que en el 67,7% de los homicidios, en el 60% de los suicidios y en el 50% de los fallecidos por accidentes de tráfico existían cifras significativas de alcohol en sangre. En este país Pridemore (2002)115, ha establecido cómo un incremento de consumo del alcohol del 1% se asocia a un 0,25% de incremento en las cifras de homicidios.

Recientemente Shaw y col (2006)116, encuentran que de los 1.594 homicidios cometidos en Inglaterra, el 42% ocurrieron en personas con una historia de abuso o de dependencia al alcohol, representando un papel fundamental en el 6% de los homicidios y un factor asociado en el 39% de todos los homicidios.

Tardiff y col (2005)117, en un estudio en Nueva York sobre 12.573 homicidios y 6.351 muertes accidentales entre 1990 y 1998 han demostrado como los cambios en los modelos de consumo de alcohol se asocian con cambios en la incidencia de homicidios.

Son numerosos los estudios que han puesto de manifiesto la relación entre las tasas de consumo de alcohol y homicidios en diferentes partes del mundo (Europa, Estados Unidos, Canadá)118,115,110,119,120,108, pudiéndose afirmar que en torno a un 30-50% de los fallecidos en homicidios, que un 25-35% de los suicidios y un 30-40% de los fallecidos por otras causas de muerte de etiología violenta están relacionadas, de alguna manera, con el consumo de alcohol.


3. Percepción del riesgo
El riesgo percibido ante distintas conductas de consumo de drogas puede ser un indicador indirecto de la evolución presente o futura de la prevalencia de consumo. En los jóvenes, las consecuencias negativas derivadas del consumo de alcohol suelen referirse a alteraciones de las relaciones con la familia, compañeros y maestros, bajo rendimiento escolar, agresiones, comportamientos violentos, alteraciones del orden público y conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, así como actividades sexuales de riesgo que conllevan embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual que incluyen hepatitis B o C y Sida.

Las mayores diferencias en la percepción del riesgo asociado al consumo de drogas no se establecen con el patrón de consumo, sino en relación con el tipo de droga consumida.
 
En general, en España el consumo de drogas de comercio legal (alcohol, tabaco e hipnosedantes) se asocia con un menor riesgo que el consumo de drogas de comercio ilegal. Con respecto a las diferencias por sexos, en el año 2005, al igual que en 2003, el riesgo percibido por las mujeres fue bastante superior al percibido por los hombres para todas las conductas de consumo, aunque en el caso de los hipnosedantes las diferencias fueron casi inapreciables.

En el caso de las bebidas alcohólicas, entre 1999 y 2003 disminuyó la percepción del riesgo, tanto en el consumo de forma diaria como durante el fin de semana, observándose un ligero ascenso en 2005.

En la población de estudiantes de 14 a 18 años4, conforme aumenta la edad del encuestado, generalmente disminuye el riesgo percibido ante el consumo de drogas, como se muestra en la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias, ESTUDES.

En 2004, las mayores caídas del riesgo percibido con la edad se produjeron en el consumo de 5 o 6 cañas/copas en fin de semana (con proporciones de 53,6% a los 14 años y de 33% a los 18, respectivamente).

En referencia a las posibles causas que contribuyen a esta disminución de la percepción del riesgo, se puede afirmar que la publicidad de las bebidas alcohólicas, en la medida que contribuye a instaurar o normalizar ciertos estilos de vida, actitudes y consumos, es uno de los factores fundamentales a considerar121.

La masiva presencia de publicidad de bebidas alcohólicas contribuye definitivamente a instaurar la imagen de normalidad del consumo de estas sustancias entre los jóvenes y por tanto a producir una banalización de su consumo.

Por otro lado beber alcohol es una conducta muy establecida en nuestra sociedad, que muestra una gran tolerancia de este consumo; los hijos comienzan a beber en presencia de sus padres en el hogar. Así, según el Informe sobre el fenómeno del botellón de la red de planes sobre drogas de Castilla y León (2006), menos de la mitad de la población de 14-70 años de esta comunidad autónoma (47,4%) rechazaba en 2004, el consumo ajeno de bebidas alcohólicas.

En un intento de profundizar algo más en la disminución de la percepción del riesgo asociado a los efectos del alcohol en jóvenes (de 11 a 17 años), cabe reseñar alguno de los resultados obtenidos por un estudio cualitativo español muy reciente sobre jóvenes y alcohol122.

En general, una buena parte de los jóvenes entrevistados no perciben la existencia de riesgo asociado al consumo todos los fines de semana, y desde luego no perciben riesgo alguno en el consumo de forma ocasional (entendiéndose éste como algún fin de semana), salvo que el consumo sea en estos casos en cantidad muy elevada.

Sí se percibe, de modo claro, un riesgo asociado al consumo habitual a largo plazo en cuanto a la posible producción de efectos perjudiciales para la salud, pero este concepto se asocia mayoritariamente con el concepto de adicción y la edad adulta, y por tanto los jóvenes no se identifican con esta posibilidad.

En cuanto al riesgo inmediato o a corto plazo, identifican el concepto de «efectos producidos por el alcohol» con el del riesgo asociado a su consumo, y de este modo, creen poder manejar estos «efectos» a corto plazo a través de ciertas técnicas que minimizan las molestias que pueden derivarse de un consumo concreto, bien a través de experiencias previas propias o aprendidas de otros iguales.

Desde el punto de vista de los jóvenes el riesgo asociado al consumo de bebidas alcohólicas vendría determinado por algunas variables:

1. Propiedades de la sustancia consumida (tipo de bebida, calidad de la misma, graduación y adulteración...).

2. Capacidad de control de la situación de la persona que bebe (frecuencia de bebida, mezcla de diferentes tipos de alcohol, in-gesta previa de alimentos, conocimiento de los límites de cada uno...).

3. Experiencia (propia o ajena).

En relación a percepción de riesgos concretos, sí señalan el riesgo de la bebida asociada a la conducción, la posibilidad del coma etílico, la dependencia (siempre en adultos, y lejana en el tiempo), y se hacen cargo de las molestias que el consumo de alcohol en grandes grupos puede provocar sobre vecinos, etc.

La percepción de riesgo es escasa, sin embargo, en el caso de la posible afectación del rendimiento escolar y las relaciones sociales con sus iguales, aunque sí admiten un posible deterioro de las relaciones familiares y sociales a largo plazo y siempre condicionada por la frecuencia y la intensidad.

Asimismo, el estudio de la Fundación Santa María sobre «Jóvenes Españoles»123 (2005) realizado sobre una muestra de 4.000 jóvenes, profundiza sobre los problemas considerados más importantes por los jóvenes españoles en España. En general, se podría considerar que la evolución de los problemas en el tiempo debería coincidir con la evolución de la importancia que se les atribuye. Sin embargo, los datos que se obtienen no siempre se corresponden con este planteamiento, y así, según los datos de dicho estudio, el consumo de drogas ha pasado de ser señalado como uno de los cuatro problemas más importantes por el 87% de los jóvenes en 1994 al 45% en el año 2005.

La realidad, como todos sabemos, es bien distinta, y con la salvedad de la heroína, el consumo del resto de drogas ha aumentado en España, mientras que la alarma social ha descendido, lo que produce esta disminución en la percepción del riesgo asociado al consumo de drogas en general. Esta realidad es también aplicable al alcohol, droga legal cuyo consumo los fines de semana sigue aumentando.

A la hora de valorar las distintas razones para salir de marcha —según el estudio citado de la Fundación Santa María— se observa que para el 68% de los encuestados tomar drogas es una razón «nada importante» y hubo muchas más respuestas en contra de la utilidad de las drogas que a favor, como motivo relacionado con la diversión y el ocio.

Por sexos, las mujeres valoran más negativamente la asociación de drogas con diversión y en concreto le dan menor importancia a beber alcohol y hacer botellón que la que le dan los varones. Sólo entre un 7,5% y un 18% de los jóvenes consideraron que las drogas pueden ser bastante o muy importantes para poder divertirse.

Esta afirmación, no obstante, no es incompatible con el hecho de que  un porcentaje mucho mayor de jóvenes las consuma (una o varias), y  sobre todo de que, aunque no les concedan importancia en cuanto a su asociación con la diversión, no perciban el riesgo que se asocia a su consumo.

1 comentario:

  1. Efectos adversos del alcohol desde el punto de vista de sus efectos en seguridad: https://massegurosaunmas.blogspot.com/2018/09/cruda-y-alcohol-son-exclusion-para.html

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